En la lectura de Jeremías, el profeta es torturado por el solo hecho de predicar una verdad que el pueblo de Israel no quiere escuchar.
El misterioso autor de la Carta a los Hebreos nos advierte que los cristianos somos ejemplo para los demás y que siempre estamos bajo escrutinio.
En el Evangelio de San Lucas, Jesucristo advierte que, cuando vivimos un Evangelio auténtico, tendremos enemigos gratuitos.
Me acuerdo que, hace unas décadas atrás, una modelo publicó unas fotos para un calendario, y ella le daba gracias a Dios por ello. Me acuerdo que muchos se escandalizaron por este hecho, pero el mismo era una muestra de una sociedad que se canta cristiana pero que no es autocrítica, que cree que Dios lo acepta todo y lo aplaude todo, que TODO lo que le pidamos a Dios Él nos lo concederá. Esta actitud de muchos cristianos no es nueva. Hoy vemos cómo la gente idolatra a artistas a pesar de que sus mensajes son obscenos, en contra de la dignidad de la mujer y de la sacralidad del sexo, como don de Dios. Empero, las lecturas de hoy, LAS TRES, son enfáticas en cuanto que a Dios hay que tomarlo en serio y que nuestra vida cristiana es un reto, una provocación ante un mundo regido por el placer.
Miremos la primera: la dinámica del libro del Profeta Jeremías es que Jerusalén esta asediada por el ejército de Babilonia para ser conquistada. Mientras que los falsos profetas pronunciaban de que, como Jerusalén era la Ciudad Santa Dios la iba a salvar, Jeremías denunciaba los pecados de autosuficiencia de la Ciudad Santa, y anunciaba que Dios estaba cansado de los pecados de Jerusalén y que la iba a purgar con el castigo de Babilonia. Los jerosolomitanos no quisieron escuchar la advertencia del Profeta y por eso lo tiraron a un pozo sin agua, pero con el fondo cenagoso hasta la cintura de una persona. Así tuvo que pagar Jeremías su fidelidad a Dios.
El Autor de la Carta a los Hebreos nos recuerda que todos los cristianos estamos bajo un escrutinio de parte de un mundo que busca en donde fallamos para criticarnos y restar credibilidad a nuestro testimonio. Tenemos que ser muy cuidadosos ante nuestras acciones. Primeramente, nuestras acciones son las que definirán si nuestras vidas en verdad están dirigidas a Dios. Segundo, es a través de nuestras acciones que nosotros predicamos, damos testimonio.
Para aquellos que pretenden vivir un Evangelio fácil, permisivo, al “hui pipío”, Jesús nos advierte que, para aquellos que decidan tomar el Evangelio en serio, las cosas no se les harán fácil porque están en un mundo que rechaza a Jesús. Esto me acuerda a jóvenes que son criticados por sus compañeros por ir a misa, o mujeres que son hostigadas por sus maridos por su religiosidad, o una Iglesia que es perseguida por su postura en contra del aborto y la ideología de género. Pero, de la misma manera que Jeremías fue salvado por Ebedmelek, nosotros seremos salvados por ese mismo Jesucristo a quien amamos y servimos.
Padre Rafael “Felo” Méndez Hernández, Ph.D.
Para El Visitante