La vida del Diácono Permanente se presenta como una oportunidad interesante de presentar al mundo y a la Iglesia cómo debe ser la vida de un “Buen Cristiano”.
El Diácono casado, al tener familia, debe procurar que esta viva bajo las enseñanzas de la Familia de Nazareth: San José, Santa María y Jesús. La familia de un Diácono Permanente debe ser un ejemplo de Caridad y Fraternidad dentro de su comunidad. Recordemos que lo primero que recibimos fue el Sacramento del Matrimonio y como fruto de esa vida matrimonial y familiar fuimos llamados al Sacramento del Orden en el grado de los diáconos que significa servidores.
También el Diácono debe trabajar en el medio civil, su labor debe ser cónsona con su estilo de vida, debe procurar cubrir las necesidades económicas y de sustento de su familia, además de ser ejemplo de Cristo para todos los que lo rodean. En mi trabajo como educador en el sistema público de enseñanza en Puerto Rico cada día es un reto verdadero con mis estudiantes, padres, compañeros de facultad, empleados de mantenimiento y otros tantos que compartimos la vida y experiencias.
¡Qué gratificante es que te reconozcan en tu trabajo como el que ora las reflexiones de Facultad, como aquel que Bautiza a los hijos e hijas de los miembros de la comunidad escolar que profesan su fe católica, como aquel que prepara las parejas para el Sacramento del Matrimonio que son mis compañeros de facultad y sobre todo, como aquel que intercede en situaciones difíciles de índole laboral y de justicia! ¡Qué bueno es tener estudiantes servidores del altar, en la catequesis parroquial y en la catequesis de Confirmación! ¡Qué bueno es que tus estudiantes te pidan la bendición por la mañana, qué gratificante y todo gracias a que Dios es misericordioso!
El trabajo pastoral del Diácono Permanente estará definido por su Obispo, quien siempre cuidará que su servicio a la Iglesia no interfiera en el buen desenvolvimiento de su vida familiar. Lograr un equilibrio entre Familia-Trabajo-Iglesia es el reto más importante del Diácono Permanente y con una buena planificación de las tareas pastorales y familiares se puede alcanzar.
Alguien me preguntaba por e mail, si el Diácono Permanente debía separarse de su familia una vez ordenado. Definitivamente NO, el Diácono Permanente realiza su servicio a la Iglesia acompañado de su familia. ¡La familia diaconal! El diácono vive una doble sacramentalidad: Matrimonio, que es primero, y Orden, que se recibe ya casado. El Diácono Permanente continúa siendo un hombre casado y por ende se debe a su esposa. El Diácono Permanente debe ser un modelo de Cristo en el mundo.
Cristo ha Resucitado. ¡Aleluya, Aleluya! Escribo estas palabras un Domingo de Resurrección. Arduo trabajo el de Cuaresma, tanta gente… tanta oración… Un tiempo litúrgico fuerte, en el que nos preparamos a lo largo de 40 días para experimentar la Muerte de Jesús, para Vivir la angustia de la espera, pero sobre todo, para celebrar la Pascua, el triunfo de Jesús sobre la muerte.
Y en sí, puedo resumir que esta es la vida del Diácono Permanente. Al estar inmerso en nuestras comunidades, al ver tantas necesidades… tanto rechazo a Dios… Pero dentro de este sufrimiento, el Diácono debe insertarse en el mundo, de modo que por su ministerio diaconal haga que Jesús viva en este mundo, que viva en su familia, que viva en su trabajo, que viva dentro de los más necesitados. Entonces así llevar la Esperanza del Resucitado. La alegría de saber que Cristo ha vencido el sufrimiento, ha vencido el rechazo, ha vencido a la muerte.
Esa es la vida del Diácono. Llevar la alegría, la esperanza de un Dios que habiendo vencido a la muerte se ha quedado con nosotros a través de su Iglesia, a través de su Cuerpo y su Sangre.
Ser Diácono Permanente significa asumir este compromiso, llevar la Alegría del Evangelio donde no hay alegría ni esperanza y ahí ser luz en medio de nuestra gente.

Reverendo Diácono Ángel
Armando Rosario Maisonet
Catedral Dulce Nombre de Jesús
Diócesis de Caguas, Puerto Rico

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