La 1ra lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, contempla los primeros conflictos de la Iglesia cuando se pasa del mundo judío, al mundo pagano. La gran pregunta: ¿Hay que circuncidarse o no?  ¿Qué era lo realmente importante?

Continúa el Libro del Apocalipsis describiéndo cómo es la Iglesia Celestial, esa Iglesia a la que aspiramos.

Continúa el Discurso de despedida del Evangelio de San Juan, Jesucristo nos indica que el que verdaderamente ama a Dios, lo sigue y cumple con sus mandamientos.

A veces pensamos o esperamos que la Iglesia sea una comunidad perfecta y, cuando vemos sus imperfecciones, nos alejamos de ella. La primera lectura nos presenta el primer gran conflicto que tuvo la Iglesia: la circuncisión. Para los judíos, la circuncisión era (y es) crucial para salvarse, para demostrar la pertenencia de un hombre a la Jerusalén terrenal. Pero, cuando la Iglesia pasa a los no judíos que no se habían circuncidado, ahí viene el problema de si se deben circuncidar o no. Los Apóstoles, inspirados por el Espíritu Santo, indican lo que Jesús dice en su discurso de despedida, que lo importante es amar a Dios con todo el corazón y seguir los mandatos que el Señor Jesús dejó.

Nunca podemos insistir demasiado en que el Libro del Apocalipsis no es el cuco que nos quieren presentar algunas sectas, sino el libro de la Esperanza y el Triunfo de Cristo y del cristiano. Nos describe la Iglesia Celestial como una Iglesia que no necesita de templos, puesto que Cristo mismo es el templo y que cada uno de nosotros nos convertiremos en templos en la medida en que nuestros corazones le pertenezcan a Jesucristo.

En su discurso de despedida, Cristo le deja su paz a los Apóstoles. Como el mismo Cristo indica, su paz no es la paz de este mundo, una paz efímera, una paz zalamera, una paz azucarada. La paz de Jesucristo es la paz duradera, la que permanece a pesar de las circunstancias que nos podrán estar rodeando. Esta paz Jesucristo se la ofrece a los que lo aman, pero el que de verdad ama a Jesús, cumple con sus mandamientos. Decir que se ama a Jesús y no cumplir sus mandamientos, es un cristiano inservible, un cristiano que es como la sal sosa, no sirve para nada.

El identificar al verdadero cristiano que ama a Jesucristo como el cristiano que cumple con sus mandamientos, es crucial. Aquí hablamos del testimonio, del ejemplo de vida que el cristiano tiene que demostrar al mundo. Jesucristo suele decir: “No todo aquél que diga Señor, Señor, se va a salvar, sino el que escucha la Palabra de mi Padre y la practica. Son muchos los que se hacen llamar cristianos, pero su estilo de vida, su testimonio, deja mucho que desear. Nuestra sociedad está plagada de muchos que se hacer llamar cristianos, pero no cumplen con la voluntad de Dios. Muchos de ellos ostentan puestos de lideratos en el gobierno y en la sociedad, y lo que hacen es desviar a la gente del camino a la salvación. El pasado domingo veíamos que las verdaderas ovejas de Jesús saben identificar su voz de las voces del mundo y por eso no se dejan seducir fácilmente. Pues el cristiano que ama verdaderamente a Jesús cumple con su Palabra.

P. Rafael “Felo” Méndez Hernández, Ph.D.

Para El Visitante

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