La primera lectura es sacada del Libro de la Sabiduría y en ella encontramos, de una forma velada, el misterio de la Trinidad.

La Carta de San Pablo a Filemón es uno de los libros más cortos de toda la Biblia, pero es al mismo tiempo, uno muy íntimo de San Pablo.

En el Evangelio de San Lucas, Jesucristo nos lanza un reto bien fuerte, sobre todo a aquellos que se dejan llevar por el miedo a la pandemia.

El Libro de la Sabiduría es uno que la Iglesia Católica ha considerado inspirado por Dios y que no aparece en la Biblia Protestante.  ¿Por qué?  El libro de la Sabiduría encierra, de una  manera velada el misterio de la Trinidad.  Siempre hemos considerado a Jesucristo como la Sabiduría de Dios.  La Iglesia de Santa Sofía en Constantinopla no está dedicado a una santa llamada Sofía, sino a Jesucristo, Sofía (Sabiduría en griego) de Dios.  En la primera lectura se nos dice que la Sabiduría de Dios se nos es dada a través del Espíritu Santo.  Nuestra fe católica nos dice que es a través del Espíritu Santo que recibimos a Jesucristo en todos los sacramentos, que por el poder del Espíritu Santo, por ejemplo, el pan y el vino se convierten en Cuerpo y Sangre de Jesucristo.   Así que, al leer cuidadosamente esta lectura, vemos escondido el misterio de la Trinidad.

A eso es lo que se refiere Jesucristo con la parábola de hoy.  Jesús deja en claro que para ser un cristiano auténtico tenemos que seguirlo sin ninguna excusa, pero muchas veces usamos razonamientos puramente humanos para poner excusas para seguir a Jesucristo, y no nos dejamos llevar por el Espíritu Santo, como nos dice la Primera Lectura, para tomar nuestras decisiones con fe.  Como, por ejemplo, utilizamos la pandemia para no ir a misa, dizque por el miedo de contagiarnos.  Pero vamos al colmado, al cine, a la farmacia, a cuanto sitio se nos ocurre y para eso no ponemos la excusa de la pandemia.  Utilizamos como escudo la Misa Televisada para no ir a misa y no nos damos cuenta de que, a través de la ella no podemos comulgar.  La Misa Televisada es para aquellos que, genuinamente, no pueden ira a misa y a estas personas se les lleva la comunión a los hogares.  De esta manera, Jesucristo nos está diciendo que no pongamos excusas baratas para no seguirlo, sino que nos dejemos llevar por el Espíritu Santo y lo sigamos con alma, vida y corazón.

Una consideración especial debemos de poner a la Segunda Lectura de hoy: en la Carta a Filemón San Pablo nos habla de dos cosas: primeramente de la Paternidad Espiritual: todos aquellos que predicamos el Evangelio y convertimos personas nos convertimos en padres espirituales de esos conversos.  Un padrino es un padre espiritual; por eso es que a los sacerdotes se nos llamar padres.  La segunda es que, precisamente por eso, nos convertimos en hermanos espirituales unos de otros.  Por eso en la Iglesia no debemos tener amos y señores ni esclavos, sino hijos e hijas de Dios, hermanos unos de otros. 

P. Rafael Méndez Hernández, PH.D. (P.Felo)

Para El Visitante

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