El lema del Jubileo de la Misericordia “Misericordiosos como el Padre” fue musicalizado y acompañó a la procesión multitudinaria por las calles de Caguas proclamando de esta manera el Jubileo por las comunidades camino a la Catedral Dulce Nombre de Jesús, el pasado 13 de diciembre. La gente con evidente ánimo, alegría y devoción, dirigida por Padre Obispo Rubén González, partió del Sector Savarona a las 3 p.m., hora de la misericordia, en una procesión que observada en calle recta retaba para poder ver su final. La participación del clero también fue muy notoria. Y la tarde que combinó sol directo con lluvias esporádicas no atemorizó a nadie.

A la llegada a la Catedral, otra multitud los esperaba aglomerada en la plaza de recreo y en los alrededores del templo, en especial de la Puerta Santa cerrada, pero claramente identificada. Obispo Rubén realizó el rito de apertura de la Puerta de Misericordia y culminado se arrodilló en un momento de meditación y solemnidad junto a una imagen ovalada de Cristo posicionada en el marco.

La gente ingresó lentamente en la Catedral hasta que era casi imposible caminar por los pasillos, de modo que en las afueras del templo todavía quedaban cientos. Seguida la ceremonia, los ministros ordenados asperjaron al pueblo.

Obispo Rubén, con su estilo catequético, pedagógico y en ocasiones musical, predicó sobre cómo vivir este Jubileo a una feligresía atenta. “El Papa Francisco quiere que este Año Santo lo vivamos en peregrinación […] Es una invitación a ir, caminar y salir a la comunidad”. Invitó a la alegría misionera, a ir a las comunidades y contagiar con la alegría de Cristo.

“Yo soy la puerta, dice Jesús, y quien entre por ella se salva. Por lo tanto, atravesar esa puerta es meternos en el corazón de Cristo que nos ayuda a descubrir la misericordia del Padre”, añadió. Esa actitud junto al perdón, subraya, será necesaria para tener un amor con libertad y entonces ser misericordiosos como el Padre, tal como reza el lema del Jubileo. Para esto será necesario ir a la Virgen y tener un corazón como el de ella.

Antes de finalizar la Misa, se presentó el tríptico de la Misión Continental, el Obispo dirigió la oración a María Madre de la Misericordia e impartió (invitando a los presbíteros) la bendición solemne. Todos partieron con la misión de ser misioneros de la misericordia.

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