Malaquías nos asegura en la primera lectura, que todos los que son fieles a Dios no tienen por qué temerle ni temer su venida.

En la 2da Carta a los Tesalonicenses, San Pablo nos habla de la sacralidad del trabajo y de la pecaminosidad de la holgazanería.

Ya estamos llegando al final del Evangelio de San Lucas, y es por eso que vemos a Jesús hablándonos sobre el Juicio Final y cuál ha de ser nuestra actitud frente al él.

            Caminando hoy por Roma, en dos ocasiones me vinieron gente joven y llena de vida, en la primera un hombre y en la segunda una mujer, pidiéndole dinero a este cura gordo y mafofo. En ambas les dije: Labora, tu sei giovane(Trabaja, eres joven). En las dos ocasiones no dejé de sentirme un poco culpable, pero me acordaba del pasaje de la 2da Carta a los Tesalonicenses, en la cual San Pablo nos dice, “El que no trabaje, que tampoco coma”. Cuando ahora entro a la computadora para escribir este artículo, me tropiezo con esta lectura la cual me da la razón. Tenemos un concepto erróneo de Jesucristo, del cual nos creemos que Él nos añoña, está con el “ay bendito”, y que tenemos que tenerle pena a todo el mundo. ¡No! Jesucristo nos reta a todos a que crezcamos, a que seamos responsables de nuestras vidas y que no nos sintamos culpables por las elecciones de otros. En Puerto Rico todos sabemos que las drogas son malas, que hacen daño, que no debemos usarlas. Puerto Rico ha sido un pionero en las campañas de prevención a las drogas, así que nadie es inocente si cae en ellas. Si caes, tienes que ser responsable en levantarte, en no responsabilizar a los demás sino a ti mismo. Es por eso que alabo tanto al Movimiento Juan XXIII que lleva a la conversión a tantos que caen en las drogas. Por otro lado, me quito el sombrero ante los hombres y mujeres de Alcohólicos y Narcóticos Anónimos, que se responsabilizan de sus actos y se levantan de ese hoyo, para caminar con la mente en alto y no ser parásitos de nadie, sino que trabajan.

            Sé que estas palabras pueden resultar chocantes, y es que Jesucristo es retante.  Pero nos asegura una cosa: que, si le somos fieles en todo el momento, al final en nuestro juicio, será Él quien nos salga a defender. Me acuerdo en las décadas del 70 al 90 escuchábamos mucho la arenga, Arrepiéntete, Cristo Viene. Una que ya no se oye mucho. La Iglesia Católica no se decanta con esa arenga, sino que, siguiendo los consejos de Jesucristo de vivir el HOY en gracia, nos enseña que si, vivimos el HOY Y SIEMPRE en Cristo, no tenemos porqué temerle, ni al Juicio Final, ni al Fin del Mundo ni a la muerte propia. En esa dinámica le pregunté a una viejita santa de nuestra parroquia, Gordiana, si ya tenía “las maletas hechas” (ella tenía 94 años).  Ella, sin pestañear me dijo, “Ay padre Felo, estoy loca de que Dios me llame ya, porque quiero descansar y verme con mi esposo que me debe de estar esperando”.  Murió poco tiempo después, con mucha paz. Esa ha de ser nuestra actitud ante la eternidad que nos espera.  

Padre Rafael Méndez Hernández, Ph.D.

Para El Visitante 

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