“Estamos en un momento de crisis, no perdamos la es- peranza. Levantemos los ojos a Dios, no perdamos la alegría, volvamos la mirada la Señor. […] Este momento de crisis pasará y la Iglesia de Jesucristo perma- necerá para siempre. Mantengamos en Dios la confianza”, con esas palabras, Mons. Angel Luis Ríos Matos, obispo designado para Mayagüez, exhortó a los fieles a enfren- tar este difícil momento que se vive a nivel mundial a causa de la pandemia del COVID-19. Esto como parte de la primera entrevista que le dio a El Visitante.

Sostuvo que su designación como Obispo coincidió con un momento histó- rico. No solo por la pandemia que obligó a hacer el anuncio oficial de su nombra- miento con un redu- cido grupo de perso- nas, con mascarillas. Sino porque hereda la diócesis, luego del paso del huracán María cuyos estragos todavía no se han superado. También recordó que hay varios templos y capillas afectadas por los terremotos que requieren atención inmediata en medio de una escasez de recursos enorme.

Aceptó que tras su designación tiene grandes retos, entre ellos mantener la pastoral que tiene la diócesis, continuar adelante con la misión continental. “Sacando a la Iglesia a la calle, dando testimonio con alegría del evangelio de Jesucristo. Esos retos yo los quiero asumir con la gracia de Dios y con la iluminación del Espíritu Santo”, comunicó.

Dos grandes modelos episcopales

El futuro Obispo, natural del Barrio Cruces de Aguada, reconoció que “tengo dos grandes modelos episcopales en mi vida: Mons. Ulises Casiano que me impuso las manos, me aceptó para el servicio diocesano y en quien vi siempre el ejemplo de un pastor; sencillo, abnegado, de pueblo… […] que tenía un celo pastoral profundo de visitar todo el tiempo las parroquias y de ayudarle a los sacerdotes en la celebración de las misas”.

“Después vino Corrada que es otro estilo. El Obispo firme, recio en la defensa de la verdad, en la defensa de la justicia. Preocupado excesivamente por la formación del pueblo. […] Esa firmeza, esa rectitud, ese deseo de preparar un clero para formar el futuro de la diócesis, es el legado que él me deja”, dijo quien fue legionario toda su vida.

Vocación sacerdotal

Aunque su madre murió cuando él tenía 14 o 15 años, ella le inculcó la importancia de ir a misa diaria. Por eso luego de su muerte él siguió asistiendo a misa y en un momento de depresión y soledad le pidió a Dios que le diera luz. Fue entonces que se unió a la Juventud de Acción Católica (JAC). Allí aprendió a leer la Biblia y escuchaba por radio a predicadores y le surgió el deseo de predicar. Por eso cuando uno de los Hermano Cheo lo invitó a predicar aceptó y lo hizo tan bien que se convirtió en el predicador de las misiones de los hermanos Cheo.

Tiempo después una hermana del Buen Pastor que estaba en Aguada le dijo: ‘Tú, vas a ser sacerdote’ y lo mismo le dijo un Hno. Cheo. Esto despertó en él la inquietud de la vocación. Por eso, cuando conoció a los Misioneros de la Virgen de la Caridad que eran los fundadores de la JAC, decidió hacerse miembro de la congregación.

Estudió filosofía en la Pontificia Universidad Católica. Luego se trasladó a Vene- zuela para estudiar teología en el mismo seminario en el que estudió Juan Alejo de Arizmendi, algo que según él “a mí eso me llenó de alegría”. El 11 de enero de 1985, Mons. Ulises Casiano le impuso las manos y lo ordenó sacerdote.

Designación como Obispo de Mayagüez

Sobre cómo se siente al ser designado para estar al frente de la Diócesis que lo vio nacer, señaló que: “en esta diócesis me formé, en esta diócesis me crie y en esta diócesis he trabajado ininterrumpidamente”. Aseguró que, al haber sido nombrado en este preciso momento, lo lleva  a  pensar que Dios le quiere enseñar algo con toda esta situación.

Fieles de la Diócesis de Mayagüez y San Sebastián

“A los fieles de mi Diócesis le digo confío en Dios y cuento con ustedes. Denme sus manos para juntos encaminar esta porción del pueblo de Dios. Denle a la Iglesia su talento, su tiempo, su amor, su cariño y su fidelidad”, expresó.

Mientras, sobre la comunidad parro- quial de San Sebastián, en la que fungió como párroco por los pasados 2 años, admitió que siente por ellos un amor inmenso. “Ustedes fieles del Pepino se ganaron mi corazón, me los llevo conmigo en mi corazón. Continúen amando y sirviendo a la Iglesia como lo han hecho siempre, con alegría. Ustedes no están aquí porque yo los traje. Ustedes estaban ahí y yo me encontré con ustedes y aprendí a amarlos”, dijo emocionado.

Compartió que: “Ahora Dios me pide que expanda mi corazón para amar a todos los fieles de la Diócesis”. Mencionó, que a pesar de que muchos de sus feligreses de San Sebastián le han expresado que están alegres por su elección episcopal, se sienten tristes porque se va.

A los fieles del mundo digital

Entretanto confirmó que las circunstancias de la pandemia llevaron a la Iglesia a hacerse presente a través de las redes sociales y eso convirtió a “nuestra iglesia en una iglesia electrónica. Sabemos que muchas parroquias van a seguir utilizando las redes con más frecuencia y eso es muy bueno porque la presencia de Dios y de la santa Iglesia, ahí es fundamental”.

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