Un hombre conversaba con Dios día tras día, pero sentía que sus oraciones no subían al cielo o que Dios se estaba haciendo el sordo. Pero no era así, Dios lo estaba escuchando, solo que llega un momento que Dios queda en silencio, un silencio que desespera, un silencio en el cual lloramos, gritamos y lo sentimos lejos. Pero así es el silencio de Dios, el hombre lo experimentaba, como toda persona que ha pasado por el desierto.

Una noche a las 3:00 a.m. el hombre escucha una voz que le dice, “Confía en mí, Yo soy”. El silencio había terminado, el hombre solo le decía a Dios lo que pasaba, no tengo dinero para pagar la luz, el agua, me van a quitar el carro, me quede sin trabajo y un sin número de cosas que las personas decimos a Dios, y Dios solo le contestaba: “Confía en mí, Yo soy”.

El hombre no entendía, ni sabía de dónde provenía esa voz, pues muchos dicen que conocen a Dios y lo aman, pero no reconocen su voz. Una tarde el hombre estaba tan abatido, tanto tiempo hablando con Dios, y Dios le decía: “Confía en mí, Yo soy”.

El no recibir la respuesta deseada a una oración ferviente y sincera es muy difícil, y más, si el Señor contesta no cuando hemos pedido algo que consideramos digno y que sabemos nos daría gran gozo y felicidad. Sea el alivio de una dolencia o de la soledad, la recuperación de un hijo extraviado, la entereza frente a un impedimento o el ruego de prolongar la vida de un ser querido que se nos va, parece tan razonable y de acuerdo con nuestra felicidad recibir una respuesta favorable. Es difícil entonces comprender por qué, habiendo sido siempre obedientes, el ejercer una fe sincera y profunda no nos trae el resultado deseado.

Muchas veces sentimos que Dios no nos escucha, ¡pero no es así! Él siempre esta a nuestro lado y nos da lo que realmente nos conviene. No sé si les a pasado que tenemos alguna situación bien difícil y de la nada se soluciona. ¿No creen que Dios tuvo que ver con eso? Confiemos pues en nuestro Padre celestial que siempre esta para cuidarnos y protegernos en todo momento. Continuaremos…

D. Martín Rosado Yambó

Administrador de la Oficina Diaconal

Arquidiócesis de San Juan

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