(tercero de varios artículos)

¿Los rechazamos como padrinos?
Otra situación se plantea cuando los recasados son personas de otras religiones y quieren actuar como padrinos de bautizo o de bodas católicas. Para el bautismo (no para las bodas), entre otros requisitos, se pide que el padrino “lleve una vida congruente con la fe”. (No parece que el Godfather de la película dé el grado). Si estrechamos la frase, tal parece que los mal recasados no pasarían. Pero consta en nuestra realidad limitada que muchos son personas de verdadera fe, que se duelen incluso de la situación en que viven y para lo que no encuentran salida. Pienso que será por esa razón que muchos sacerdotes son más abiertos al respecto. Y el Papa Francisco ha dado ejemplos evidentes de ello.

El traer de padrino a una persona de otra religión o creencia se ve totalmente incongruente. ¿Cómo puede salir garante por el niño de una fe que no acepta o incluso combate? Con todo, si ese padrino pertenece a una iglesia cristiana puede ser admitido como testigo del bautismo junto con otro padrino católico. Hay católicos, de nuevo ignorantes, que se empeñan en ser compadres de alguien por la estima o amistad, y no captan el aspecto más importante para participar en un sacramento. ¿Qué vamos a hacer? ¿Pegarles un tiro?

Buscando lo positivo

Te angustias con razón, Teófilo, al preguntar por los consuelos o apoyos que nuestra Iglesia brinda a los divorciados y mal recasados. Opino que es una situación con la que no hemos bregado a la altura de la necesidad. Tenemos muchas excusas, pero el problema sigue. En Estados Unidos hay diócesis con bonitos programas de apoyo. Aquí en Puerto Rico sé del maravilloso esfuerzo de alguna parroquia concreta, del que, a Dios gracias, van naciendo sucursales. No conozco mucho más, y lo considero un hueco en nuestra pastoral. Son muchas las parejas en esta situación irregular que, sintiéndose mal por nuestra prédica, han optado por unirse a sectas o grupos no-católicos. En vez de arreglar el problema lo agravan. Ellos consideran que “ahora sí encontré a Cristo”. Tal vez lo que encontraron fue el modo de sentirse tranquilos en conciencia y con práctica religiosa aprobada.

Diles lo siguiente: que no se sientan excluidos o condenados. Que no sabemos la solución, pero que no nos podemos dar el lujo de desvincularnos de la comunidad querida por Jesús, o perder la esperanza. Que participen al máximo en la expresión de su fe, en círculos de oración, retiros, las misas dominicales con comunión espiritual o litúrgicamente con el apoyo de su párroco. Deben subir al penthouse, pero no aparece ni ascensor ni escalera por lugar alguno. Sea el Señor, el que más ama, quien se las ingenie para lanzarles una soga desde su helicóptero…

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