¿Aparece nueva luz?

A la luz del Sínodo sobre la familia en el 2016 algunos Obispos apuntaban a una solución aplicando el principio de la misericordia.  Otros cuestionarían: ¿qué tiene prioridad, la verdad o la misericordia?  El Cardenal Walter Kasper afirmaba entonces: “El Papa me dijo que cree que el 50 % de los matrimonios no son válidos”.  Y añadía más: que el propio Benedicto XVI mostró especial interés por el caso especialmente por los llamados “cónyuges inocentes”, esto es, los abandonados y que, tras varios años, rehacen su vida junto a otra persona”. ¿Se abre puerta a una solución distinta?

“Hay algunos, añadía Kasper, que creen que la Iglesia es para los puros. Se olvidan que la Iglesia es una Iglesia de pecadores. Todos somos pecadores. Y estoy feliz de que sea así, porque, si no lo fuera, no formaría parte de ella. Es una cuestión de humildad… Tengo la impresión de que esto es muy importante para Papa Francisco. No le gusta la gente que está en la Iglesia solo para condenar a los demás”, señaló Kasper entonces.

En su reflexión, el cardenal habla del sacramento del perdón, y de la posibilidad para los divorciados vueltos a casar de seguir adelante con su nueva vida de pareja de un modo normal. “Misericordia significa que Dios da a todos los que se convierten y se arrepienten una nueva posibilidad”. ¿Significa esto reconocer que uno se puede casar todas las veces que quiera? Para nada. “El primer matrimonio es indisoluble -responde Kasper-, porque el matrimonio no es solo una promesa entre dos partes; es también una promesa de Dios, es lo que Dios hace y ha hecho en todos los tiempos. Por lo tanto, el vínculo del matrimonio permanece. Naturalmente, los cristianos que dejan su primer matrimonio han fracasado. Esto está claro. El problema es cuando no hay manera de salir de tal situación. Si vemos la acción de Dios en la historia de la salvación, vemos que Dios da a su pueblo una nueva posibilidad. Esta es la misericordia. El amor de Dios no se agota porque un ser humano haya fracasado, si se arrepiente. Dios ofrece una nueva posibilidad, sin anular las exigencias de la justicia: Dios no justifica el pecado. Pero justifica al pecador. Muchos de quienes me critican no entienden esta diferencia. Dicen: de esta manera nosotros queremos justificar el pecado. No, nadie quiere esto. Pero Dios justifica al pecador que se convierte. Esta diferencia aparece desde Agustín”.

“No niego, continúa, que el vínculo del matrimonio permanezca. Pero los padres de la iglesia tenían una imagen estupenda: si hay un naufragio, tú no obtienes una nueva nave para salvarte, sino una chalupa que te permitirá sobrevivir. Esta es la misericordia de Dios, darnos una barquita que nos permita sobrevivir. Este es mi enfoque para el problema. Quisiera comparar esta situación con la forma en la que la Iglesia católica ve a las demás Iglesias. La Iglesia católica es la verdadera Iglesia de Cristo, pero hay otras Iglesias que tienen elementos de la verdadera Iglesia, y nosotros reconocemos estos elementos. De la misma manera, podemos decir: el verdadero matrimonio es el sacramental; el segundo no es un matrimonio en el mismo sentido, pero tiene elementos del primero: la pareja se cuida recíprocamente, están vinculados exclusivamente uno al otro, pretenden permanecer en este vínculo, cuidan a los niños, llevan una vida de oración, y así… No es la mejor situación. Es la mejor situación posible”.

Yo me encontré con una mujer que procreó 11 hijos con su legítimo marido. Luego este la abandonó y ella tuvo que cargar sola con la educación de esos hijos. Un varón se enamoró de ella; la aceptó con los 11 hijos y se los crió de modo que era a él a quien reconocían como padre. Vivieron juntos 40 años hasta la muerte de él. ¿Y podré yo pensar que ahí no había ninguna presencia divina?

En Amoris Laetitia el Papa Francisco se plantea el asunto insinuando que cuando se dan varias condiciones: segundo matrimonio ya comprobado en años, hijos habidos, crecimiento en la fe, discernimiento en el foro interno con su confesor, ¿no hay una apertura para una solución de misericordia, como planteaba Kasper?

Y no te digo más, Teófilo.

Te confieso que preferiría me preguntases por modelos de Iglesia, o transustanciación, o la doctrina de las indulgencias. Las soluciones no desgarrarían como las que se imponen en tu tema. Pero ahí te la doy. Si resulto hereje, perdona lo malo, pues quiero ser hijo de la Iglesia. Si no te convences, no tengo más en el saco. “Doctores tiene la Santa Iglesia que os podrán enseñar”.

(Padre Jorge Ambert)

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