“Cuando yo miro el pedazo de madera digo; dentro de esto hay algo, vamos a ver y comienzo a tallar”, fueron las primeras palabras del artesano Víctor Manuel Cruz González cuando dimos inicio a esta conversación, quien recientemente recibió una carta de agradecimiento del Papa Francisco. Suceso que nos llevó a conocerlo en su casa en el pueblo de Aibonito.
Don Víctor es artesano, músico y pintor, también esposo, padre y abuelo. Al llegar nos recibió junto a su esposa Elba y su nieto -príncipe del hogar. Rodeados por decenas de obras talladas por él sostuvimos nuestro diálogo.
Don Víctor comenzó la talla a los 5 años. “No tenía juguetes, pues éramos pobres. Nuestro padre murió muy joven y soy uno de once hermanos. Así que cogía las paletas de Paico y hacia mis herramientas y jugaba con lo que hacía”, mencionó cuando narró cómo comenzó su historia con la madera. Él no estudió talla, ni arte, ni tuvo un mentor formal en su vida. El arte lo tiene dentro. Como cuando se refiere al pedazo de madera que talla, es algo que está dentro de su ser. Así se encomienda a Dios y comienza el trabajo.
Víctor Manuel es un artista que domina varias disciplinas además de la talla. Sus manos tocan la guitarra en el ministerio de música de la Parroquia San José y también practica la pintura. Al tener múltiples disciplinas que corren por su ser, en todo lo que ve identifica formas, rostros, figuras… como cuando mira las nubes, el cuadro de una sala de espera en la oficina del médico o las piedras del camino. En donde quiera su mente vuela y descifra formas: “Yo me miro en el espejo un rato y me observo, es como mirarme por dentro en el reflejo de lo que soy. Donde quiera descubro cosas y dedico tiempo a observarlas y eso me incluye a mí”.
De Roma a Aibonito una carta, porque de Aibonito a Roma fue una cruz pectoral.
Como parte del Encuentro de las Misiones, el Padre Obispo Rubén González Medina refirió a P. Orlando Camacho los servicios de don Víctor para que este tallara 8 cruces pectorales para los obispos que visitarían a Puerto Rico. El trabajo realizado fue tan hermoso que esa petición luego se convirtió en 10 y más tarde en 15, tarea que asumió con dedicación y amor. Este artesano Aiboniteño nunca pensó que alguna de sus tallas llegaría a manos del Santo Padre. El trabajo que hizo fue para la Iglesia, que lo ha ayudado a seguir ante las adversidades. Y en un envío que hiciera el Director de Obras Misionales Pontificia a través de Monseñor de Roberto González Nieves al Vaticano fue entregada al Santo Padre. Como todo aquello era más de lo que había pensado (que una de sus piezas llegara a manos del Papa), don Víctor, muy emocionado y complacido, estaba agradecido por aquella bendición.
Para su sorpresa, y a tan solo dos semanas de aquel suceso, recibió una carta con el escudo de Roma y escrita a puño y letra una nota de agradecimiento: Le agradezco esta delicadeza que usted ha tenido conmigo. Es hermosa y puede utilizarse como cruz pectoral. Muchas gracias. Que el Señor le retribuya la delicadeza. Con estas palabras
Papa Francisco agradecía el haber recibido la obra de don Víctor, lo que para el artesano es, además de una bendición, una responsabilidad. Tal como manifestó su esposa, y el propio don Víctor, con ese mensaje han recibido además una encomienda de rezar por el Papa y hacer que otros recen. Con lágrimas expresó doña Elba: “Son muchas las bendiciones que hemos recibido desde que conocemos a Padre Obispo Rubén. Víctor demuestra la recuperación en cada obra que hace con entusiasmo, y ahora esto. Recibir la bendición y tarea del Papa es lo máximo, una gran bendición”.
La experiencia de Fe se une al talento. Es tarea que solo se realiza si se opta, como cuando optamos por vivir a Cristo. Así como este artesano jamás pensó que su trabajo llegaría tan lejos, de igual manera, si asumimos nuestra parte en la construcción del reino, esa semilla caerá y dará frutos. Un fruto que no solo alegra a quien lo recibe, sino también al pueblo Diocesano de Caguas que se siente feliz al ver que uno de sus hijos ha recibido tal bendición.
Como ocurrió con aquella primera obra que trabajó -un Sagrado Corazón- y con su aprecio particular por la imagen de la Virgen del Carmen, hoy las manos de don Víctor tallan reyes magos, santos, vírgenes y cruces para muchos hogares, oficinas, iglesias y celebraciones. En fin, que el don de sus manos llega desde Aibonito a todo Puerto Rico. Y más hoy, cuando su arte ha llegado a Roma, muy cerca del corazón del Papa.
Mariny Vázquez