La idoneidad de una persona para desempeñarse en un cargo requiere de un dominio de la materia en que va a torear toda falsificación que se presente como retadora de la verdad. Toda pretensión de pasar gato por liebre será advertida por la autoridad máxima, que discierne el grano de la paja, que se inmola para todos despejando la obscuridad que llega a hurtadillas.

Ser versado en la materia que se propone como cátedra categórica es dar un paso al frente, desafiar la mediocridad, ampliar con amor la idea frágil y convertirla en argumento de vida y esperanza. La justa enseñanza con palabras y acciones medicinales se convierte en donativo para avivar el corazón y la mente que gritan al unísono por la nobleza que mueve el porqué de este mundo.

La humildad clama por justicia como aliada de la caridad. Son legión los que merodean por la vida en anhelos de que alguien les muestre la ruta y los aleje de la vida fácil, del dinero como resuélvelo todo, del placer bálsamo. Sobre el abultado apetito que rige la experiencia humana se alza el humilde defensor de un sí robusto a los valores significativos, a servir más que a ser servido, a abrazar al caído y desvalido.

Es encomiable servir al País desde el talento como raudal de conocimientos, como lado abierto que emancipa y señala la ruta a seguir.  Desde el puesto más elevado, hasta el más humilde, avanzan el deleite y el esfuerzo para sacar a muchos de las encerronas y liberarlos a través de la clase más auténtica; servir, y el propósito más firme; no claudicar ante el mal que aparece en todas partes.

Ampliar el horizonte isleño para participar en la gran aventura terrenal está íntimamente unido a la verdad del hombre sobre la tierra. Desde el yo en ascuas se trasciende al ámbito parcial para añadir realismo a los conceptos fundamentales. Cada hombre y mujer teje su por qué y se inmola en el anhelo de paz que llega a través de todo hombre es mi hermano.

La época que nos toca vivir, agigantada por la pandemia, requiere de competencia y honestidad para poder endulzar la esperanza. Hasta ahora el pueblo gime, y está atrapado entre medias verdades, escuetas explicaciones, miedo por todas partes. Se observa una contradicción en cada esquina, a veces una fría reacción ante la preocupación de lo que acontecerá.

Conocer al pueblo para evitar la confusión llega a través de la lección bien explicada y aprendida. La confusión es mal consejera y añade perplejidad donde sólo había un conocimiento elemental. Se espera de los líderes una meridiana claridad para evitar la confusión agresiva y el deterioro mental.

El pueblo se fortalece con la cordial enseñanza y se supera a través de la unión y la perseverancia en el bien.

 

P. Efraín Zabala

Editor

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