Arquidiócesis de San Juan celebra ordenación de diáconos permanentes
En una emocionante liturgia que coincidió con la Solemnidad de Todos los Santos, la Arquidiócesis de San Juan de Puerto Rico vivió un momento histórico al ordenar a 28 diáconos permanentes que completaron su formación como parte de la clase 16.
En un templo repleto de fieles tuvo lugar la celebración en la cual los 28 candidatos estuvieron acompañados de sus esposas, familiares, párrocos, miembros de sus comunidades y grupos apostólicos. Allí consagraron sus vidas al servicio de Dios y de su comunidad al ser ordenados diáconos permanentes en la Parroquia Santa Teresita en Santurce.
Como parte del rito de ordenación, antes de la homilía, los candidatos fueron presentados al arzobispo quien los interrogó y mostraron su deseo público de servicio por medio del ministerio diaconal. A su vez, manifestaron su obediencia al Arzobispo y sus sucesores. Uno de los candidatos hizo votos de celibato por causa del Reino de los cielos para servicio de Dios y del pueblo. Además, hicieron promesa de acrecentar su espíritu de oración por medio de la liturgia de las horas. Luego, los candidatos se postraron para pedir la intercesión de todos los santos, seguido de la imposición de manos, la oración consecratoria y la entrega de los evangelios.
El Arzobispo de San Juan de Puerto Rico, Mons. Roberto González, presidió la ceremonia acompañado por Mons. Tomás González, Obispo Auxiliar electo, Mons. Alberto Figueroa, Obispo de Arecibo y Mons. Luis Miranda, Obispo de Fajardo – Humacao. “Como diáconos ustedes están conformados de forma única por Cristo, con Cristo, en su iglesia, para ser imágenes vivientes de Cristo servidor”, describió el Arzobispo Roberto, en su breve pero memorable homilía, la importancia de este don en la vida de estos ministros.
“Cuando estaban rezando las letanías fue el momento más hermoso y en paz. En ese momento pude ver la gloria de Dios, lo que estamos viviendo. Fue un momento para reforzar que yo sí quiero. ¡Fue hermoso! Una paz bien grande. El momento en el que el deseo se convierte en esa realidad de estar unido a Dios. Un llamado más profundo”, expresó emocionado Jorge Ramírez Ayala, diácono permanente ordenado en la ceremonia.
“Hermanos míos, sabiendo que son amados y elegido por Cristo para servir en la Iglesia y en el mundo, los invito a servir como Jesús, imitando a Jesús con amor desinteresado con una profunda humildad, humildad”, animó Mons. González.
Los nuevos diáconos permanentes pasaron por un riguroso proceso de formación y discernimiento espiritual que se prolongó por varios años. Su labor principal será servir a la comunidad parroquial a la cual han sido asignados, proclamando la Palabra de Dios, asistiendo en la liturgia, y participando activamente en proyectos de caridad y servicio social en colaboración con sus párrocos.
“El amor es siempre es exigente, pero es el medio por el cual Cristo comparte con nosotros y nosotras su vida. Ejercemos ese amor en actos concretos de caridad y servicio. El diaconado es el rostro viviente de Cristo servidor, esa es su misión”, profundizó el Arzobispo González.
La ordenación de estos 28 diáconos permanentes sirve de inspiración para todos los fieles, demostrando que la llamada de Dios a la vocación puede manifestarse en cualquier momento de la vida y en cualquier familia. En un día dedicado a honrar a los santos, esta ceremonia es un recordatorio de que la santidad está al alcance de todos aquellos que escuchan y responden al llamado divino con un corazón generoso.
Jonathan Colón Hernández
Para El Visitante