La adopción es una alternativa de amor por la que se deciden algunas personas. Unos porque no pueden concebir naturalmente y otros porque quieren proveerle un hogar lleno de amor a un niño. Independientemente de la razón que lo llevó a adoptar, es vital que los padres encuentren el momento adecuado para decirle al niño que ellos no son sus padres biológicos.
Para la Dra. Patricia Landers Santiago, catedrática asociada de la Escuela Graduada del Colegio de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico en Ponce, cada caso tiene sus particularidades.
Precisó, que si los niños fueron adoptados recién nacidos o en sus primeros años de vida, la edad de 6 años es la ideal. “A esta edad los niños tienen un poco más de conciencia y pueden procesar mejor la información que se les está dando. Esta es una buena edad para hablar del tema”, reconoció.
Asimismo enfatizó que se recomienda que el término adopción se empiece a dialogar en la casa para que se le vaya quitando la carga negativa y que sea un concepto con el que los niños estén familiarizados, lo que es y lo que implica. “De esta forma cuando se sienten a hablar no va a ser tan chocante, explicarle la definición de adoptar y el proceso que pasaron para conseguirlo”, afirmó la también psicóloga clínica y escolar.
Sobre la mejor forma para hablar de la adopción con los niños de 6 años, recomendó el uso de libros que cuentan historias sobre el tema y que se utilizan como parte de la terapia que se les da a las familias.
“Siempre los padres deben comenzar validando el hecho de que ellos lo aman, que son sus papás, que él o ella están seguros estando con ellos y que lo escogieron para que fuera su hijo. Esto hará que el menor pueda sentir el apoyo y el respaldo desde el principio”, sugirió.
Continuó diciendo que: “Deben explicarle la situación sin ser muy fantasiosos. Hablarle del proceso de nacimiento y que por las circunstancias ellos lo escogieron para ser sus padres. Hay que darles el espacio a los niños para que lo procesen y pregunten. Cuando vengan las preguntas los padres deben responder lo más claro, conciso y directo al grano. Ellos van a preguntar lo que como niños les preocupa, por eso no hay que dar información que no han pedido”.
Mientras, en el caso de los niños adoptados en edades más grandes es probable que estén familiarizados con el proceso porque lo vivieron. “La regla de oro aquí es aclarar dudas de acuerdo a su capacidad. Si el menor lo que pregunta es si siempre vas a hacer su mamá, se le aclara esa duda porque es lo que le preocupa en el momento”, recomendó.
De otra parte, informó que la literatura sostiene que la peor edad para hablar del tema de la adopción es en la adolescencia. Esto por los cambios por los que se está atravesando en ese momento, “son muchas inseguridades, el estado de ánimo es bien variable y saberlo en ese momento puede crear sentimientos de culpa y rebeldía, porque de por sí ya es una etapa difícil”.
Afirmó que en muchos casos es necesaria la ayuda profesional para atender estos casos. No obstante, aclaró que no todos los niños adoptados la necesitan. “A veces creemos que por el hecho de que se les va a dar una noticia van a necesitar terapia, pero no es así. Hay que darles el espacio, ver cómo reacciona y darle el tiempo para procesar la información. Si vemos señales como cambios de conducta o en el estado de ánimo eso es indicativo de que necesitan terapia, de lo contrario no”, indicó.
Al final, reiteró que si los padres adoptivos no tienen posibilidades de que sus hijos conozcan a sus padres biológicos no se les debe dar mucha información sobre ellos. “Si cuando crezcan quieren conocerlos y no es posible puede convertirse en una ficha de tranque”, aseguró.