Padre Jorge Ambert
Para El Visitante
Mucho camino ha recorrido la mujer en búsqueda de su equidad con el varón. De forma predominante las culturas conocidas han sido patriarcales. Tal vez nuestros taínos en eso eran más modernos por el papel de la mujer y porque el poder del cacique derivaba de la madre. En nuestra cultura hebreo-cristiana se fortifica la idea patriarcal con la creación de Adán. El varón es el primero en ser creado y la mujer lo es de forma secundaría a través de Adán. Incluso la mujer aparece como una ayuda para el varón. Se entiende que la ayuda es para que el varón pueda multiplicarse. La Escritura refleja en el relato lo que se vive en su ambiente, con el entendimiento –no necesariamente cierto- de que así quiere las cosas el Creador.
Tal vez la prioridad del varón se deba a un error en biología. Se supone que el varón, en la generación, deposita en la mujer un hombrecillo. La mujer, pasiva, lo acoge, como la tierra acoge la semilla del agricultor. El error para nosotros es claro hoy día. Sabemos que la mujer pone más que el varón en la generación, pues pone la otra media célula y además acoge, gesta, alimenta esa nueva vida. En cierto modo tendríamos que decir que el hijo es más de ella que del varón.
El otro error podría fundarse en que, al tener el varón una musculatura más adecuada inmediatamente para la fuerza, es el líder. La necesita para la guerra, para salir a buscar a cazar algún animal para la comida. La mujer espera ocupando su hogar. Pero esto tampoco es problema, porque la mujer puede tener una musculatura equivalente y dar también la pelea. Es la leona la que sale a cazar, mientras el león bosteza y ruge su machismo.
La única gran diferencia de los sexos es la diversa capacitación para engendrar vida. Las demás tareas no están necesariamente ligadas al hecho biológico de ser varón o mujer. Decimos, como principio fundamental, que las tareas no tienen sexo sino que exigen habilidad y tiempo. ¿Quién atenderá las tareas domésticas? Quien tenga habilidad y tiempo. ¿Quién se encargará de vigilar el presupuesto o buscar la comida? Quien tenga habilidad y tiempo. ¿Quién será el líder del grupo social? Quien tenga habilidad y tiempo. Las gónadas sexuales no son pertinentes. Si antes las mujeres no ejercían ciertas funciones se debía a que no se les capacitaba para ellas.
La lucha de la mujer por la igualdad recuerda la de los indios americanos o los negros del sur de EEUU. Las conquistas han sido lentas, desde reconocer su derecho a escolarizarse, a votar en elecciones democráticas, a puestos de dirección empresarial o política, a disponer de su propio patrimonio.
En la exhortación apostólica sobre la dignidad de la mujer Juan Pablo II afirma estas verdades de diversos modos, y cito:
“Ambos son seres humanos en el mismo grado, tanto el hombre como la mujer; ambos fueron creados a imagen de Dios.”
“[…] hemos constatado que la creación «definitiva» del hombre consiste en la creación de la unidad de dos seres. Su unidad denota sobre todo la identidad de la naturaleza humana; en cambio, la dualidad manifiesta lo que, a base de tal identidad, constituye la masculinidad y la feminidad del hombre creado”.
“Ahora bien, la común dignidad no significa una exclusiva y simplista igualdad entre el hombre y la mujer como algunos feminismos de moda han querido entender en el texto revelado. La creación del varón y de la mujer como dos maneras particulares de existir como ser humano, cada cual con sus riquezas, limitaciones y responsabilidades, es lo que permite la vivencia de una auténtica relación recíproca en búsqueda de la comunión a semejanza de las Personas divinas al interior de la Trinidad”.