El episodio que nos narra el libro del Éxodo nos presenta cuán poderosa era la oración de Moisés para el pueblo de Israel venciese a su enemigo.

San Pablo, en la segunda lectura de la 2da. Carta a Timoteo, le exhorta a que fije su predicación en la Palabra de Dios.

En el Evangelio de San Lucas, Jesucristo nos presenta una parábola graciosa, para ilustrarnos la importancia de orar sin cesar.

La oración es el alimento del alma para el cristiano; la oración es la manera de comunicarnos con el Dios que nos creó, en quien ponemos nuestras vidas y, por tanto, es imprescindible en nuestra vida de cristianos.  Un gran porcentaje de las enseñanzas de Jesucristo giran en torno a la oración.  El elenco de las lecturas de hoy son un testimonio de la importancia de la oración.

La primera lectura es un testimonio dramático sobre la importancia de la oración.  El pasaje se explica por sí mismo: mientras Moisés sostenía sus brazos en alto en actitud de oración, el pueblo de Israel se encontraba venciendo a su enemigo Amalec; mientras Moisés bajaba los brazos por el cansancio, Israel perdía.  Hay un mensaje oculto y sublimado en esta lectura: orar es una acción seria, intensa, de entrega total a Dios.  No podemos pretender que nuestra vida de oración se limite a una “oracioncita” por las noches cuando uno se va a acostar.  La vida del cristiano, desde que se levanta hasta que se acuesta, ha de ser una de constante oración, de constante referencia a Dios mientras se está viviendo el día.

Hay muchas formas de oración y una de ellas es orar utilizando las Sagradas Escrituras para hacerlo.  Esta clase de oración se llama “lectio divina”. San Pablo le exhorta a San Timoteo que la Palabra de Dios sea la fuente de inspiración para su predicación (ojo, todavía el Nuevo Testamento no se había escrito y por lo tanto los evangelios no estaban disponibles), sin embargo, San Pablo ya le dice a su discípulo que se deje llevar de las Sagradas Escrituras para su desempeño pastoral, ya sea para predicar, para tomar decisiones o para pastorear a su grey.  Nosotros, a través de la “lectio divina”, podremos encontrar inspiración en nuestro diario vivir.

Divinizamos tanto a Jesucristo que se nos olvida que también es humano y que, por lo tanto, tenía sentido del humor.  Si vemos la parábola de hoy con detenimiento, veremos que la misma es graciosa.  Es para imaginarnos la escena de la anciana “chavando” al oficial, fastidiando y jeringando al oficial hasta que él le concedió lo que le pedía.  Me viene a la mente las viejitas de la parroquia que tanto chavan a uno como párroco hasta lograr lo que quieren. Me viene a la mente Draka, una señora de la Parroquia.  Era un domingo y no se le había puesto flores al Sagrado Corazón.  Ella comienza con una insistencia a que le pusieran flores y yo no le hacía caso porque estaba preparando todo lo de la lectura.  Tanto estuvo Draka que cogió un cuchillo, fue hasta una mata de orquídea de las mías que acababa de florecer y que florece una vez al año.  Le cortó las flores y se las puso al Sagrado Corazón.  Al principio yo estaba furioso, pero luego, al ver el amor conque Draka había puesto las flores. Me tuve que reír e ir donde ella a darle un beso.  Así tiene que ser nuestra oración, con insistencia, según nos dice Jesucristo.  Eso de que Dios se cansa cuando estamos encima de Él pidiendo lo mismo no es cierto.  Nos ama tanto que le gusta que estemos todo el tiempo hablando con Él.

Padre Rafael Méndez Hernández, Ph.D.

Para El Visitante

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