Maravillosa y literaria página la de Lucas 15: el hijo derrochador. Pienso que es gran modelo para la construcción de la madurez en la vida de un hijo, objetivo de todo educador. Es momento de correr el riesgo para una lección peligrosa, pero con la esperanza del buen resultado.  Veamos los pasos del drama.

Sube el telón. Aparece el hijo bravucón; ya se cree ya mayor; es un asco vivir aquí encerrado; quiere hacer la vida a su manera (oyó la canción de Sinatra ‘my way’); que él tiene derecho a heredar ya del padre y va y lo exige ya.  Baja el telón.

Sube el telón. El padre pensativo, balanceándose en el sillón de la sala.  Este hijo es un ingrato, pues aquí no le falta nada; de qué derecho habla este mocoso; un buen castigo lo arregla.  Y luego: le dejo para que aprenda directamente lo que le espera fuera; si lo reprimo será peor.  El padre le firma el cheque. Baja el telón.

Sube el telón. El hijo cantando con Bad Bunny en el jangueo; el pasaje a Nueva York estaba barato; living la vida loca, mujeres, licor, amigos detrás del peso; se acaba el dinero y los amigos desaparecen; tiene que ganarse el peso con lo que aparezca; el único oficio disponible es cuidar cerdos y con el salario mínimo; piensa que su padre al menos le daba comida; volveré a mi padre, piensa envuelto en lágrimas. Baja el telón.

Sube el telón. El padre en el balcón mirando hacia el camino; una figura conocida, tambaleando de miseria y hambre, sube por la cuesta;  el padre anciano corre ansioso a su abrazo.; no le deja hablar, solo solloza porque le encuentra vivo.  Baja el telón.

Sube el telón. Una fiesta y banquete de ternero en la casa; un hermano amor huraño, hablando con desprecio de su  hermano.  El padre da una señal pidiendo hablar y comienza su discurso.  Habla de que la prueba fue dura, pero hay gente que solo aprende que el seto es duro dándose contra él; cuando el epiléptico sufre un ataque, déjalo en sus conmociones en el piso, protege solo su cabeza para que no se haga daño.  Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.  O se pone en peligro de daño perpetuo. Me alegro de que haya aprendido con sangre lo que de veras vale.  No es hora de rencores, sino de celebración de la vida.  

En una pareja el esposo abusaba cada vez más del alcohol; ella lo toleraba con paciencia. Un día llegó él demasiado borracho y, recostándose en la cama, le reconoció a la esposa ”yo creo que tengo que bregar con el alcohol”. Y ella: “qué bueno que lo reconoces; busca ayuda y yo estaré a tu lado”.  Siempre recuerdo aquellos versos del poema “Tu no puedes lograr que uno crea.  La fe la da Dios.  Tu oras, le das buen ejemplo, dejas la puesta abierta para el encuentro.  Lo demás lo hará Dios.

Muchas madres han pasado por la experiencia de Santa Mónica, orando y llorando muchísimos años por la conversión de su hijo Agustín.  Muchos años de errores y búsquedas infructuosas  por teorías filosóficas y coqueteos con la vida y los humanos. No había reconvenciones de la madre. Solo lágrimas e intensas peticiones al Altísimo. Un día llegó el milagro.  Y quizás pudo ella leer lo que escribió su hijo por esa experiencia de alejamiento de la verdad.  Y pudo certificar su famosa sentencia: “Lejos del padre y de la casa paterna lo que resta es cuidar puercos”.

P. Jorge Ambert, SJ

Para El Visitante

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