La Congregación para la Doctrina de la Fe emitió la Instrucción Ad resurgendum cum Christo, documento que orienta sobre la dignidad del manejo de las cenizas en el caso de la cremación. Para comprender el documento que ha causado diversidad de opiniones en la sociedad puertorriqueña El Visitante entrevistó a Mons. Leonardo Rodríguez, portavoz de la Arquidiócesis de San Juan para este asunto y vicario del Santuario Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia en Cupey.
El Visitante: ¿Cómo describe a modo general esta Instrucción acerca de la sepultura de los difuntos y conservación de las cenizas en caso de cremación? ¿Cómo la resume para que los fieles puedan comprenderla de manera rápida y sencilla?
Mons. Leonardo: “Cada documento de la Iglesia tiene su categoría. Este se llama Instrucción; y eso es. O sea, es una guía u orientación para los fieles de manera que sepan los criterios elementales y básicos para tratar, en este caso, los restos de sus seres queridos difuntos y para nosotros mismos, que antes de morir, deberíamos dejar explicitadas nuestras últimas voluntades sobre tratamientos médicos y, en este, caso la sepultura”.
“La Instrucción basada en la fe, en la Resurrección de Cristo y de todos los seres humanos al final de los tiempos y la dignidad del ser humano, que incluye el cuerpo, nos indica que, basado en esos principios, los restos de los difuntos deben ser tratados con gran respeto y por tanto evitar todo lo que desdiga de nuestra fe en la resurrección de los muertos y del respeto que merecen los restos de un ser humano, máxime si fue templo del Espíritu Santo, como lo somos los bautizados”.
EV: ¿Cómo era el sentir antes de esta expresión de la Congregación para la Doctrina de la Fe? ¿Qué nos puede indicar del proceso que se realizaba y de las inquietudes que se tenían previos a esta expresión?
ML: “Hace tiempo que sacerdotes y algunos fieles laicos sentíamos extrañeza cuando escuchábamos que alguien pedía que sus restos fueran esparcidos o enterrados en algún sitio que no fuera el adecuado, se conservaran perpetuamente en su casa o fuesen convertidos o usados como prendas u objetos para pintar u otra cosa. La Instrucción ha venido a aclarar esas dudas que teníamos. Hasta el momento, si alguien decía eso antes de las exequias, se le orientaba sobre lo que creíamos era lo más apropiado para los restos del difunto, ahora podemos estar más seguros de las indicciones que debemos dar”.
EV: La dignidad acompaña al ser humano desde su concepción hasta su muerte natural. Explique por qué la dignidad de la sepultura es la esencia de esta Instrucción y por qué debe ser la esencia de los rituales y lugar de descanso final.
ML: “Añadiendo a la respuesta de la primera pregunta, la sepultura se convierte para el cristiano en un lugar que expresa nuestra compasión y respeto hacia el difunto (i.e. es una obra de misericordia). Además debe ser un lugar adecuado para invitar a la memoria de la persona fallecida y la oración por ella (v.num.3)”.
EV: La Iglesia no se opone a la cremación. ¿Cuáles son las actitudes, servicios o prácticas que se prohíben relacionadas a la cremación? ¿Cuáles son las consecuencias de no actuar conforme a la fe?
ML: “La cremación o, mejor dicho, las exequias para el caso de cremación, pueden no darse si la persona la pidió como una manera de rechazar la fe en la resurrección. Si no cree en la resurrección o niega la existencia del alma o el valor de la oración por los difuntos, ¿qué sentido tendría hacer un celebración que precisamente va a proclamar esas tres verdades? Eso no quiere decir que fuera de las exequias, familiares o amigos de esa persona que niega esos aspectos de la fe, pueden ofrecer oraciones o misas por su eterno descanso en otro momento, pues ciertamente esa persona que pensaba así necesita mucho aun nuestras oraciones”.
EV: El documento Ad resurgendum cum Christo expresa que pudieran haber casos de “excepcionales circunstancias”. ¿Cuál o cuáles son estos casos?
ML: “Hay que tener en cuenta que el documento es para la Iglesia universal o sea que se tiene en cuenta culturas y tradiciones no solo de occidente sino de oriente. Por ello dice que la posibilidad de que se permita la conservación de las cenizas de un difunto en la casa, se dará solo en ‘circunstancias graves y excepcionales’ y dependiendo de la cultura del país según lo cual las Conferencias Episcopales o los Sínodos de las Iglesias Orientales podrían conceder ese permiso (cf.num.6). La Instrucción no enumera ni sugiere casos, pues eso dependerá mucho de las culturas y sociedades. En nuestro caso, no creo que en P. R. nuestra cultura, esencialmente católica, aunque alguno no lo quiera aceptar, no va con esas ideas extrañas que no armonizan ni con la resurrección ni con el respeto que se debe al ser humano, aun después de su muerte”.
EV: ¿Dónde deben descansar los restos mortales en cenizas? ¿Qué servicios ofrece la Iglesia?
ML: “El documento explicita que debe ser un lugar sagrado (cf.num.3). Eso puede ser un cementerio o columbario católico o al menos la tumba familiar que puede ser bendecida por un sacerdote o diácono. A este respecto hace siglos la Iglesia ofrece no solo el servicio de su oración, sino incluso el del velatorio y enterramiento. Tan es así que podemos ver en muchas catedrales, iglesias y monasterios que tenían, y aún tienen, su propio cementerio, pues el cristiano no teme a la muerte y más aún vive la comunión de los santos entre fieles que peregrinamos en Tierra, los que están de camino al Cielo, en el purgatorio y los que ya han llegado a la gloria. En algunas diócesis se ofrece un servicio más organizado para ese momento de la existencia que es la muerte y en la Arquidiócesis de San Juan y luego en colaboración con otras diócesis, hace varios años iniciamos los servicios funerarios católicos, como una manera de atender mejor pastoralmente este momento. De hecho el servicio puede empezar mucho antes de la muerte pues para quienes adquieren estos servicios hay una atención pastoral y espiritual antes, en y después de la muerte, tanto para la persona como para su familia. Igualmente se trata de dar la mejor atención, incluso si se piden los servicios sin mucha antelación a la muerte. Siempre se trata de hacer el máximo. Esa riqueza no la puede dar un simple servicio funerario. Doy un ejemplo sencillo y concreto. Hace poco una fiel de mi parroquia perdió a su mamá. Cuando fui a su velatorio una de las cosas que me dijo fue: ‘¡Quién iba a decir que iba a poder tener una imagen de la Virgen cerca de mi mamá en su velatorio!’. Para esa familia y su mamá, tan mariana, poder tener al lado del ataúd la imagen de la Virgen fue algo muy especial. Eso no creo que pueda lograrse ordinariamente con otros servicios no católicos. No porque sean malos, sino simplemente porque no tienen esa visión de fe que tiene Servicios Funerarios Católicos”.
EV: La Iglesia enseña a orar por los fieles difuntos. ¿Cómo esto se aplica a la cremación?
ML: “La cremación en sí no cambia en nada la oración por los fieles difuntos. Siempre oramos por ellos no importa cuál sea el tipo de muerte que sufran o el modo de ser velados o enterrados”.
EV: Su mensaje y consejo a los fieles que tienen cenizas de familiares en sus hogares y a los que pudieran pensar en la cremación como una opción.
ML: “Primer consejo, leer el documento. Por desgracia mucha gente comenta y opina sin leer y entender lo que enseña la Iglesia”.
“Segundo, renovar su fe en la resurrección y la convicción en la gran dignidad que tenemos los seres humanos (que somos alma y cuerpo) y más aún la dignidad de hijos de Dios recibida en el Bautismo, que tiene como consecuencia que toda nuestra vida desde su concepción e incluso en el momento de la muerte debemos vivir digna y santamente y ser tratados en vida y muerte con sumo respeto y dignidad”.
“Tercero, no dejarnos llevar por concepciones cosificantes. El ser humano no es una cosa por tanto no puede ser tratado como tal. Lo que hagamos con el cuerpo en vida o muerte debe servir para realzar y expresar mi ser persona no para degradarlo. Si soy persona no soy desechable, no soy posesión de nadie para hacer conmigo y mis restos lo que quieran. Para los que no creen, este documento debe ser expresión de la alta estima con que la Iglesia pide que sea tratado cada ser humano, incluso en el momento de su muerte”.
“En fin podemos ver que el documento es una verdadera instrucción o enseñanza tanto para católicos como para no católicos”.
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