“Dicen que en la vida hay que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro… los tres los he logrado con la ayuda de Dios, pero en ocasiones hay que añadir otro más y este es: reinventarse”, con estas palabras Yvonne Hernández Marrero describió a modo introductorio esta nueva etapa en su vida.
A sus 57 años de edad aseguró que tiene tres trabajos. Uno es como correctora en una agencia de taquígrafos de récord (personas que transcriben el testimonio en los tribunales, reuniones, entre otros). Su segundo empleo, actualmente una de sus principales metas, es levantar fondos para el trasplante de riñón de su esposo y según describió el tercero, y más divertido, consiste en reciclar latas de aluminio de forma artesanal.
“Transformo las latas en objetos de arte, que me permiten rescatar de nuestro sistema una lata a la vez. Este divertido trabajo me conduce a dar clases una vez por semana en el Instituto de Empresarismo Práctico de Puerto Rico, procurando que otros se reinventen como lo hice yo. Aparte de eso, doy conferencias de reciclaje en escuelas, comunidades y centros de envejecientes, haciéndoles partícipes de esta aventura”, compartió.
Aunque siempre mantiene su gran sentido del humor, Yvonne ha sufrido varias complicaciones de salud que la han llevado a enfrentar varias pruebas y un total de 23 operaciones. Admitió que: “Cada una de ellas ha interrumpido de manera intermitente: mi rutina diaria, mis trabajos, mi vida familiar. Haciéndome tomar pausas cuando he querido correr. No es algo de lo que pueda estar orgullosa, pero es lo que me impulsa a pensar que si antes lo logré, volveré a lograrlo nuevamente”.
No obstante, aseguró que “cada prueba es como el fuego que refina el oro, endureciéndole y dándole la fuerza para continuar”. Sobre su etapa de reinventada, acogiendo el dicho expresó que: “Dicen que la ‘necesidad es la madre de la invención’. Es una gran verdad, que por siglos ha motivado los inventos y en mi caso ‘el reinventarme’”.
Fue precisamente la necesidad la que la llevó a explorar nuevas alternativas. Ya que no podía irse fuera del hogar, pues se acababan de mudar de pueblo y sus tres hijos estaban en edad escolar. Un día extendió una secreta oración en la que pidió a Dios que le diera una idea para vender y lograr tener ingresos.
“Esa noche, mi hijo mayor -que hoy tiene 30 y tantos años-, alquiló la película Twister, para mí fue como una respuesta a mi oración. Tan pronto vi que cortaron una lata de aluminio para hacer unos sensores, se me ocurrió que sería mi materia prima y que es fácil de conseguir -dicho sea de paso, no hay que buscarla en China-. Ese fue el impulso, la llama o la gasolina, para transformar las latas en bellas mariposas y al producto le llamé CanCrafts”.
Aunque al principio la idea parecía excelente, su primer tropiezo fue conseguir el permiso de artesana ya que las agencias no consideran su obra como tal. Lejos de detenerse, decidió tocar nuevas puertas y salirse de las tradicionales ferias de artesanías, ofreciendo sus conferencias de reciclaje, “pensando en verde”. 21 años más tarde, asegura haber reciclado más de 18 mil latas y haber enseñado a otros a hacerlo.
En la actualidad se promociona por Internet y en ferias. Cuenta con clientes locales e internacionales que la apoyan. En este momento todo el ingreso que genera es pro trasplante ya que cuenta con su trabajo regular.
Sobre la posibilidad de lograr un balance entre familia, trabajo y reinventarse asintió que es prueba fiel de ello. “Gracias a Dios, que es el creador con más ideas creativas que conozco, me da el talento para hacerlo. Mi familia responde que sí, mi esposo también. Con una sonrisa de oreja a oreja te puedo decir que, aunque me duela hasta respirar, hay razones para seguir creando y hasta se me olvidan los achaques”, comentó.
A quienes sienten la necesidad de obtener un ingreso adicional o desarrollar su pasión y no saben cómo hacerlo, Yvonne les extendió el siguiente mensaje: “¡Descubre qué talentos tienes y desarróllalos hasta que queden tan y tan buenos, que hasta tú los comprarías!”. No obstante recordó que igualmente “el desánimo llegará y tocará a tu puerta, ese día descansa, al día siguiente, levántate y hazlo mejor que ayer. Voy a ti. Tú puedes”.