Isaías nos comparte su hermosa llamada vocacional que recibe de parte de Dios. Dios lo comisiona para ser su portavoz al pueblo de Israel. Finalizando las catequesis sobre la unidad de la Iglesia en la primera Carta a los Corintios, San Pablo nos expone que la base sobre la cual se levanta la comunidad eclesial es Jesucristo y su mensaje. Tenemos el hermoso pasaje del llamado a los cuatro apóstoles pescadores por parte de Jesús. Las dos parejas de hermanos, Pedro-Andrés y Santiago-Juan, lo dejan todo para seguir a Jesucristo.
Las lecturas de hoy giran alrededor del tema de la vocación. Para empezar, tenemos el bello testimonio de Isaías en el cual nos indica que Dios necesita de hombres y mujeres que sean lo suficientemente valientes para ser portadores del mensaje de la salvación. Esto nos recuerda la canción del profeta: “Ve por el mundo, grita a la gente, que el amor de Dios no acaba, y la voz de Dios se pierde”. Uno tiene de ser fiel a ese mensaje y no traicionarlo con ideas y caprichos propios porque, de lo contrario, se corre el peligro de destruir en vez de construir. Eso fue lo que pasó en Corinto, que cada cual predicaba lo que quería, provocando la división de la iglesia corintia. San Pablo, para subsanar esas divisiones, le recuerda a la comunidad que su base está es Jesucristo y en el Evangelio que Él predicó.
El pasaje evangélico de hoy es la hermosa llamada de los cuatro pescadores. San Lucas es rico en detalles que ocultan un mensaje: la barca y la red simbolizan la vida de estos cuatro hombres, dedicados a la pesca para subsistir y mantener sus familias. Las dos parejas de hermanos vivían una vida simple, la cual giraba en torno al mar en el pueblo de Cafarnaúm. Pero Jesucristo les cambia esta vida que conocían, presentándoles otra vida, otra opción, una aventura que los llevaría a la salvación. Cristo, luego de presentarles esta vida, SU VIDA, los reta, los provoca, los invita a seguirlo para vivir esta vida. Los cuatro hombres aceptan la invitación y dejan redes y barcas, simbolizando así que dejan la vida que ellos tenían, para seguirlo a Él: cambiaron totalmente su vida por Cristo. No midieron las consecuencias de esta invitación, sino que simplemente confiaron en Jesús. Así mismo Jesús nos reta a todos nosotros, nos provoca y nos reta a seguirlo, a dejar nuestras vidas de pecado, de comodidad, de seguridades, para seguirlo en la aventura de la salvación. ¿Te arriesgas a dejarlo todo por seguir a Cristo?
Padre Rafael Méndez
Para El Visitante