Una vez más Casa Manresa en Aibonito fue el escenario para vivir, como presbíteros de la Diócesis de Caguas, la semana de ejercicios espirituales. La misma se llevó a cabo del 10 al 14 de octubre. Esta vez fuimos acompañados por el sacerdote jesuita, P. Dennis Leder, newyorkino residente en Guatemala.
Como buen jesuita nos invitó a vivir la experiencia de los ejercicios espirituales siguiendo el método de San Ignacio de Loyola. Este método fue creado en el siglo XVI, pero ha trascendido en el tiempo: signo de que es obra de Espíritu Santo.
La invitación principal de P. Dennis fue la de sumergirnos en una experiencia de profunda confianza en el Señor que ha salido al encuentro de un mundo desorientado. Vivir con la misma confianza que vivió Jesús desde el nacimiento hasta la muerte: Padre en tus manos encomiendo mi espíritu. Esa confianza que se hace presente en medio de la oscuridad de la noche y que nos permite vivir la esperanza contra toda desesperanza. Confianza es la llamada que nos hace, aun conociendo y habiendo confesado nuestra debilidad.
Hizo eco sin decirlo, ni una sola vez, de esa frase que ha caracterizado al Papa Francisco cuando se le preguntó sobre cómo se definía a sí mismo: Soy un pecador perdonado. La confianza que nos permite reconocer, en la misión entregada, la forma del perdón. Esta experiencia fue iluminada por aquel texto del Evangelio de San Lucas en que Pedro reconoce su condición: Apártate de mí que soy un pecador (Lc 5, 8) y la respuesta de Jesús no fue de recriminación, ni de penitencia alguna. Jesús le responde con una invitación y un envío: “No temas, en adelante serás pescador de hombres”, (Lc 5, 10).
Este episodio está narrado luego de la pesca milagrosa. Fue lo que movió a los discípulos, para con entusiasmo, dejarlo todo para seguirlo y confiar en su poder (cfr. Lc. 5-11). La misma confianza con la que se sigue al Señor, al inicio de la llamada sacerdotal, se pide también luego de muchos años deservicio ministerial.
P. Dennis llamó la atención sobre este episodio en el Evangelio de San Juan (21), luego de la Resurrección. Es exactamente el mismo milagro. La vuelta a la cotidianidad (me voy a pescar) el sentir que no se ven los frutos de la misión (aquella noche no pescaron nada) él no reconocerá a Dios en lo que hacemos (pero los discípulos no reconocieron a Jesús) puede desanimarnos en nuestro proyecto y vivencia pastoral.
Sin embargo, una vez más el Señor nos sale al encuentro y nos invita a tirar la red para pescar. La confianza en las palabras de ese desconocido de la orilla del lago produce una vez más el milagro de la pesca milagrosa y el que ama sabe reconocer, en ese mandato, la voz de aquel a quien bien conoce: Es el Señor.
Cuánto bien nos hace confiar en Él, sobre todo en esta hora de la historia. La llamada a vivir esta virtud práctica de la fe, llamada confianza, nos da fuerza para caminar y nos invita de manera especial a acompañar a nuestro pueblo en esta hora de la historia, en esta hora de confusión y de desorientación en nuestro país. Nos hace esperar con confianza la designación del nuevo pastor para nuestra Diócesis, porque sabemos y confiamos en que no estamos solos. Es el Señor quien nos acompaña.