Aunque parezca que es asunto de abuelitos pasar las cuentas de un Rosario, todavía hay jóvenes que abrazan la devoción del Santo Rosario y, a través de él, se esfuerzan por acrecentar su amor y devoción a la Virgen María.

De ello dio testimonio Yamilé Marie Cordero Crespí, una simpática joven de 21 años que reside en el barrio Jaguas de Ciales. Desde niña se sintió atraída por “las cosas de Dios”, y es catequista desde los 13 años.
Su devoción al Santo Rosario inició hace 7 años cuando falleció su abuela paterna. En medio del dolor que atravesaba, Yamilé conoció un poco más del Rosario en el novenario y se dijo a sí misma: “Yo puedo hacer esto todos los días”.

Poco tiempo después enfrentó la muerte de una de sus tías, cuyo acontecimiento mencionó con voz quebrada: “Ahí también estuve en el novenario, pero ya yo tenía mi librito y podía seguirlo. Ya desde ahí, cuando iba rezando fue creciendo también mi amor y mi relación con la Virgen”, expresó.

Miembro activo del grupo de Juventud Carmelita (JUCAR) de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Ciales, exclamó, con una gran sonrisa, que tiene una devoción especial a la Virgen del Carmen, “sobre todo desde que mi mamá me puso el escapulario de la Virgen en el carro porque siento que ella siempre me protege”.

Por la experiencia que ha tenido en la JUCAR, la también estudiante de Microbiología, aseguró que “el rosario y la espiritualidad carmelita van de la mano; el Rosario es necesario porque a través de él conoces la vida de Jesús”.

Aunque no mencionó ninguna situación particular, Yamilé afirmó que la Virgen le ha concedido muchos favores a través del rezo constante del Santo Rosario, y destacó que “cada vez que rezo, cuando termino, estoy en paz y tranquila”.

Ante la opinión de otros jóvenes que dicen que el Rosario es repetitivo y aburrido, aconseja “aprender a verlo de otro modo y rezarlo con el corazón, y que sepan que también pueden cantarlo; que después que lo recen de corazón y lo que pidan a la Virgen, lo pidan de corazón, hasta se hace corto”.

Yamilé confesó su preferencia por los misterios gozosos porque “en ellos puedo ver a Jesús que se hace niño y el misterio de la Encarnación”.

Además, a veces incluye las letanías que definió como “la forma de admirar a la Virgen en todo lo que es ella, al mismo tiempo que le pides” en la súplica insistente del ruega por nosotros.

Curiosamente, al hablar de las promesas del Santo Rosario, Yamilé recuerdó y recitó una en especial: “Que la Virgen librará del purgatorio a los que recen el Rosario devotamente”, una promesa muy ligada al momento en que despertó en ella la inquietud de rezar el Rosario. De esta promesa resaltó como importante que no se trata de rezar por rezar “sino rezar devotamente, y rezar con fe”.

Yamilé recordó, además, la ocasión en que San Juan Pablo II, para responder a la interrogante de cómo podía lidiar con las dificultades, sacó un Rosario.

Así mismo, esta joven cialeña cree con mucha convicción que el Santo Rosario es remedio para los males, “comenzando desde la familia porque, como se dice, la familia que reza unida, permanece unida”.

Con la sencillez que la caracteriza, Yamilé invitó a los jóvenes a descubrir la riqueza del Santo Rosario: “Que se animen, que lo intenten, que así como gustan de hacer otras cosas, comiencen poco a poco a rezar el Rosario”, puntualizó.

(Vanessa Rolón Nieves)

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