Preparando este escrito encontré este comentario del P. Félix Jiménez Tutor, escolapio que comparto… “Cuando se conquistó el Oeste, la gente viajaba en diligencia. Lo que, tal vez, no sabemos es que había tres clases de viajeros: viajeros de primera, de segunda y de tercera.
Los viajeros de primera, pasara lo que pasara, permanecían sentados durante todo el viaje. Los viajeros de segunda, cuando surgía un problema, tenían que bajarse hasta que el problema se resolvía. No tenían que mancharse las manos, simplemente miraban. Los viajeros de tercera tenían que salir de la diligencia, empujar, arreglar la rueda rota o solucionar cualquier otra avería.
Aplicación: No sé qué clase de billete compró cuando decidió viajar en la diligencia de Jesús. Pero si sé que la mayoría de los católicos se comportan como viajeros de primera clase.
Lucas nos dice que Jesús “tomó la decisión de viajar a Jerusalén”. Nosotros también decidimos viajar con Jesús, viaje de aprendizaje, de crecimiento y de servicio. Viaje que exige elecciones y compromisos.
Las tres conversaciones en el Evangelio, tres supuestos viajeros y discípulos, implican también decisiones.
Al primero Jesús le dice que el Mesías tiene que sufrir y ser crucificado. Este probablemente esperaba un viaje cómodo, en primera. El Mesías era triunfador y glorioso para él. No cabía en su cabeza un Mesías fracasado y derrotado. “Los pájaros tienen nidos”… En Israel todo el mundo se sentía en su casa menos Jesús que es el verdadero Israel. Viajar con Jesús es unirse a la oposición.
La segunda conversación: “Déjame ir a enterrar a mi padre”. Enterrar a un padre significaba quedarse en casa hasta que los padres ancianos morían y eran enterrados respetuosamente. Podían pasar años y años. Seguir a Jesús es algo que pertenece al ahora, es una decisión para hoy. Jesús va camino de Jerusalén e irá contigo o sin ti.
El tercer supuesto discípulo le pide a Jesús le permita ir a despedirse de los suyos. ¡Oh! Cómo me gustaría seguirte pero tendría que preguntar, pedir permiso… Jesús le dice que no hay mayor autoridad que Él. Ser discípulo es un compromiso de toda la vida.
¿Cómo respondieron los tres candidatos? No nos interesa saberlo. A fin de cuentas se trata de cada uno de nosotros, de usted y de mí.
Jesús nos dice que seguirle conlleva un coste, tiene un precio.
La mayor lealtad se la debemos a Jesús y no acepta que ninguna voz hable más fuerte que la de Dios.