La Parroquia San Antonio de Padua en Ceiba, de la Diócesis Fajardo-Humacao, fue el centro de acogida para 103 participantes a nivel nacional, entre estos: siete niños con sus padres, 16 servidores del equipo y cuatro recursos de apoyo del proyecto Verano Misionero (VM) de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de Puerto Rico. Esto ocurrió  durante el fin de semana del 21 al 23 de abril.

¿De qué forma debe encarar la Iglesia y hacer presente el Reino hoy? Este fue el desafío para los participantes del proyecto durante este, su tercer taller formativo, mediante la temática, ejercicios y compartir fraterno con las familias acogedoras.

El Proyecto de Verano Misionero (parte de la Obra Propagación de la fe de la OMP) que comenzó su ciclo de formación misionera en diciembre de 2015, celebró la Misa de envío el 22 de mayo en la Catedral de Mayaguez y luego de vividas las experiencias misioneras en el Caribe y América Latina concluirá su ciclo con la convivencia de los misioneros en agosto, nuevamente en la Parroquia San Antonio de Padua en Ceiba.

Durante los trabajos realizados durante el taller III se intentó fomentar en los participantes que el discípulo-misionero debe ser consciente de la instrucción eclesiástica, también de cómo debemos experimentar la vivencia del Reino y su transmisión en los diferentes escenarios a los que serán enviados. Llenos de mucho entusiasmo y alegría, ese domingo, la comunidad parroquial y los participantes de VM contaron con la presencia del Obispo de la Diócesis de Fajardo-Humacao, Mons. Eusebio Ramos Morales quién presidió la celebración litúrgica. Dicha celebración estuvo caracterizada por la bendición de dos elementos sacramentales fundamentales en la fe católica: la fuente bautismal y el confesionario.

De manera carismática y enérgica Mons. Eusebio Ramos brindó una breve catequesis a los allí presentes sobre la importancia de estos elementos en nuestra fe. El Obispo, haciendo referencia al confesionario, comentó que este es una acción litúrgica que pertenece al cuerpo de la Iglesia y que está ordenada a una renovada participación de los hermanos en el sacrificio de Cristo Eucaristía y de la Iglesia. “Debemos estar vivamente agradecidos con Dios que manifiesta su poder con el perdón de la misericordia. Él nos concede que hallemos, en esta sede, liberación todos los que se sienten agobiados por el peso de sus pecados y a todos los que están manchados por el paso de este mundo, salgan de aquí blanqueados por la sangre de Cristo Jesús el cordero”, explicó.

Al momento de la bendición de la fuente bautismal Mons. Eusebio nos recordó que es desde allí donde se difunde la luz hasta la fe que disipa las tinieblas de nuestra mente y nos abre la mente a los bienes celestiales.

Su homilía fue un recordatorio del impulso y esfuerzo renovado de la Diócesis Misionera. Mons. Eusebio Ramos indicó que no es capricho que vivan esta experiencia en el Jubileo de la Misericordia; son acciones de Dios. Como tampoco es capricho Ceiba, continuó el Obispo, que el Vicario de Misiones de la Diócesis haya sido enviado a su parroquia. “No fue un capricho del Obispo ni del sacerdote el ser enviado, a ser misionero aquí y desde aquí, porque tengo familias disfuncionales y están orilladas, porque hay muchos niños que crecen en hogares sin amor y sin fe. No puedo ser indiferente ante esto, mi misión es recordarlo y enviar continuamente”, manifestó.

Al finalizar su reflexión Mons. Eusebio invitó a los presentes a escuchar, a abrir los ojos, los oídos y sobre todo el corazón: “Dios está pasando. Hoy el Evangelio nos trae un encuentro muy especial; el mandato del amor en la última cena, donde Jesús nos garantizó presencia en la fracción del pan y vino. Mostró la cruz pero resucitó. La fe cristiana no se puede vivir sin cruz. Eso ha sido uno de los fallos nuestros, que nos hemos acostumbrado a una fe cristiana que no nos compromete a nada. Eso exige entrega, fidelidad, sacrificio y que el mandato del amor se viva con intensidad”.

Este fin de semana, pese al calor e inclemencias climáticas, fue uno enriquecedor tanto para los participantes de VM como para la comunidad parroquial de Ceiba. Allí se vivió un matiz de la Iglesia de casa, la pedagogía de la pequeña comunidad que es entrar en contacto persona a persona; que nos acerca, nos mueve, nos hace amigos y nos permite desde lo sencillo apreciar profundamente los valores del Reino hoy.

(Lumir Figueroa)

 

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here