“Quiero pasar mi Cielo haciendo bien en la Tierra”, esta fue la más famosa frase de Santa Teresa del Niño Jesús, también conocida como Santa Teresa de Lisieux.
Última de nueve hermanos, María Francisca Teresa, como la bautizaron sus padres, los beatos Luis José Estanislao Martin y María Celia Guérin, nació en la ciudad de Alençon, Francia el 2 de enero de 1873.
Con solo 4 años, su madre murió y en 1877 su padre, junto con sus hijas, se trasladó a Lisieux (Francia). Su educación estuvo a cargo de sus hermanas, especialmente por Paulina; al igual que por su padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez. Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar, a amar y socorrer a los pobres.
Cuando tenía 9 años, Paulina ingresó al convento de las carmelitas. Más adelante, su hermana María siguió los pasos de su hermana. Desde entonces, Teresita se sintió inclinada a seguir por ese camino.
Con apenas 15 años, convencida de su vocación decidió que quería entrar al Carmelo, pero al ser menor de edad no le permitieron. En 1887, optó por peregrinar a Roma y pedírselo al Papa León XIII. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo y este le respondió: “Entrarás, si Dios lo quiere”.
Finalmente, en 1888, ingresó en el Carmelo donde vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Profesó como religiosa el 8 de septiembre de 1890 y solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. En 1895, Madre Inés de Jesús (su hermana Paulina), le encomendó escribir sus memorias a las que llamó Historia de un alma, que culminó 1 año después.
A los 23 años enfermó de tuberculosis lo que le provocó la muerte el 30 de septiembre de 1897 en Lisieux. Quería ir a una misión en Indochina, pero su salud no se lo permitió.
Sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Se le presenta como una monja carmelita con un crucifijo y rosas en los brazos. Decía que después de su muerte derramaría una lluvia de rosas.
En 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamó en 1927 patrona universal de las misiones. Fue proclamada “Doctora de la Iglesia” por San Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997 (Día de las misiones). Con este título el Pontífice reconoció que la doctrina propuesta por Teresa puede ser un punto de referencia para todos los cristianos del mundo. La Iglesia celebra su fiesta litúrgica el 1 de octubre. ■
(Fuentes: Varias)
Nilmarie Goyco Suárez
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