Mártir en Roma a finales del siglo III. Entre el pueblo, el día de San Valentín está considerado como “día de la suerte”, sobre todo en Alemania; mientras que en Francia, Bélgica, Inglaterra y especialmente en América, se conoce como el “Día de los enamorados”, en que estos se hacen promesas, felicitaciones y regalos.

Poco se sabe de la vida del santo, ya que la mayor parte de sus noticias provienen de unas actas apócrifas; por lo que resulta difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre los hechos que realmente le pertenecen y los de las vidas de otros santos que llevan el mismo nombre.

Sin embargo, conocida como la era de los mártires, a finales del siglo III corre la persecución por todo el Imperio romano. Conocido por su caridad y llamado “Padre de los pobres”, Valentín sacerdote romano, residía en Roma donde reinaba Claudio II quien quiso conocerlo personalmente.

Al encuentro asistieron un letrado del emperador y Calfurnio, prefecto de la ciudad, quienes calificaron de blasfemas y atrevidas las palabras de Valentín contra los dioses romanos. Claudio II, temeroso de que el prefecto levantara al pueblo y se produjeran tumultos, ordenó que Valentín fuese juzgado con arreglo a las leyes.

En cambio, Valentín continuó haciendo profesión de su fe. Ante tales expresiones, Asterio, teniente del prefecto, que tenía una hija ciega, quiso confundirlo y lo desafió a devolverle la vista. Tras obrar el milagro, el emperador se admiró del prodigio realizado y de la conversión obrada en la familia de Asterio; pero aunque deseaba salvar de la muerte al presbítero, tuvo miedo de aparecer, ante el pueblo, sospechoso de cristianismo.

Martirizado en la Via Flaminia hacia el año 270, el sacerdote, fue encarcelado, cargado de cadenas, apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos y finalmente degollado.

Se sabe que la Iglesia solía cristianizar fiestas o costumbres de matiz pagano, y en primavera no faltaban en Roma festejos dedicados al amor y a sus divinidades. De este modo, se inclinaría a los fieles a invocar a San Valentín -mártir primaveral- como protector del amor honesto.

Por el notorio prestigio del que gozaba el Santo como sacerdote, después de su martirio se le adjudicó la advocación de Patrón de los hogares y del amor conyugal.

(Catholic.net)

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