La sola mención del nombre de San José lleva a reconocerlo como aquel hombre, carpintero de profesión, elegido para ser esposo de la Virgen María, y padre adoptivo de Jesús.
Desde el momento de la revelación del Ángel sobre el embarazo de su esposa, mostró ser un hombre justo, de vida interior, abierto a la escucha y al misterio de la Iglesia en la vida de la Madre de Dios.
No fue mártir, ni se le conoce palabra alguna. Los pocos datos que se tienen de él, los aportan los evangelistas san Mateo y san Lucas. Nació en Belén y trabajó como carpintero (Mt 13, 55), ocupación que después heredó a su hijo Jesús (Mc 6,3). Más allá de los sueños donde le fue revelada la voluntad divina y su rol en ella, estuvo atento a los signos de los tiempos y respondió con verdadera entrega día tras día.
Pasó gran parte de su vida trabajando junto al banco de carpintero, en un humilde pueblo de Palestina. Si bien todo lo que hizo, lo hizo de corazón para el Señor; su compromiso y arduo trabajo, con el fin de obtener el sustento necesario para la familia, le ganaron en la Iglesia un lugar como modelo ejemplar para todos los trabajadores del mundo.
En la figura silenciosa y fiel de san José “se reconoce la dignidad del trabajo humano, como deber y perfeccionamiento del hombre, ejercicio benéfico de su dominio sobre la creación, servicio de la comunidad, prolongación de la obra del Creador, contribución al plan de la salvación” (cfr. Conc. Vat. II, Gaudium et spes, 34).
El 1 de mayo de 2013, el Papa Francisco reafirmó con fuerza el papel fundamental del trabajo en la vida de todo ser humano: “Quien trabaja es digno, tiene una dignidad especial, una dignidad de persona: el hombre y la mujer que trabajan son dignos”.
Por su modelo de fidelidad para el laico y su desarrollo en el amor, el trabajo y como custodio del Niño, la fiesta de San José Obrero fue establecida el 1 de mayo de 1955por el Papa Pío XII con el fin de cristianizar el concepto del trabajo y dar a todos los trabajadores un modelo y protector. También es patrono de los padres, carpinteros, trabajadores, del buen morir, de los tesoreros y de los abogados.
A continuación compartimos la novena a San José obrero para pedir su intercesión en un problema difícil. Recuerde repetirla durante nueve días.
Oh glorioso San José, tú que tienes el poder de hacer posible incluso las cosas que son consideradas imposibles, Ven a nuestra ayuda en nuestra presente angustia y angustia. Toma este asunto importante y difícil bajo tu particular protección, para que pueda terminar felizmente.
Oh querido San José, Toda nuestra confianza está en ti. No se diga que te invocaremos en vano; y puesto que eres tan poderoso con Jesús y María, demuestra que tu bondad es igual a tu poder.
Amén.
San José, amigo del Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.
Rezar un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
(Fuentes: Varias)
Nilmarie Goyco Suárez
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