Comer y respirar son funciones básicas del ser humano; hablar y cantar están incluidas en su necesidad de expresarse. Para las cuatro ejerce una tarea especial los músculos ubicados en la garganta. Seguro que, mínimo, todos hemos padecido un dolor de garganta. Sabemos, además, que se trata de un área vulnerable que, de ser obstruida o atacada, supone riesgo de muerte.

Para los problemas de garganta, los católicos contamos con un intercesor en el cielo que, también, echa una mano a los otorrinolaringólogos.

Se trata de San Blas de Sebaste de Armenia. Fue médico y obispo de dicha región, y entregado por un tiempo a la vida eremítica en una cueva. Se ganó el respeto, la admiración y el aprecio de muchos por su amabilidad, así como por los milagros que se le atribuían.

San Blas vivió en el siglo IV y fue prisionero durante el gobierno de Licino. De este momento de su vida se dice que iba una mujer a dejarle velas para que pudiera alumbrar la oscura celda en la que se hallaba.

La persecución le llevó, incluso, a entregar la vida por causa del Evangelio cuando se negó a abandonar su fe y rechazó todos los privilegios que le ofrecieron para que apostatara.  

Entonces, lo apalearon y desgarraron con garfios, mientras él no profirió queja alguna, sino que se aferró a la oración y animó a los demás a mantenerse firmes en la fe. De camino al suplicio, se cuenta que atendió el ruego de una madre angustiada porque su hijo estaba atragantado con una espina de pescado, y el santo lo curó. Finalmente, San Blas fue decapitado.

Cada 3 de febrero, la Iglesia celebra su memoria y, ese día, en muchos lugares, aún se conserva la antiquísima tradición de bendecir las gargantas recordando el milagro mencionado anteriormente.

La bendición se realiza con velas, haciendo alusión a aquellas que iluminaron su celda. Se toman dos velas colocadas en forma de cruz y se atan con una cinta roja (color del martirio). Luego, se colocan en la garganta de cada persona que va a recibir la bendición, al tiempo que se pronuncia la siguiente oración: “Por la intercesión de San Blas, obispo y mártir, te libre Dios de todo mal de garganta y de cualquier otro mal”.

Con su testimonio y la gloria del martirio, San Blas inspira a la defensa de la verdad de la fe que, hoy día, sigue siendo tan ultrajada, incluso, por muchos cristianos. Que sea la Verdad la que nos alimente, la que oxigene nuestra vida y la que proclamemos con nuestra voz y con nuestras buenas obras.

Vanessa Rolón Nieves

Para El Visitante

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here