Nació en Lisboa, en 1195, bajo el nombre de Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo. Sus padres Martín de Alfonso y María Taveira, ambos miembros de la nobleza de Portugal, querían ver a su hijo como distinguido hombre de sociedad. Él, en cambio, quería ser pobre por amor de Cristo. Para evitar estas presiones renunció a la herencia familiar y se hizo franciscano adoptando de una vez el nombre de Antonio por la devoción al patriarca de los monjes.

Antonio era un gran predicador. Anduvo como misionero por numerosas ciudades por Italia y Francia. Convirtió a muchos pecadores sobre todo con su buen ejemplo. A pesar de estar muy enfermo de hidropesía, predicaba los 40 días de Cuaresma. Se dice que la gente se aglomeraba para tocarlo y hasta le arrancaban pedazos del hábito, hasta el punto que hacía falta designar un grupo de hombres para protegerlo después de los sermones.

Además de la misión de predicador, se le dio el cargo de lector en teología entre sus hermanos. Aquella fue la primera vez que un miembro de la Orden Franciscana cumplía con aquella función. Por otra parte, se afirmaba que estaba dotado con el poder de obrar milagros y que poseía una personalidad extraordinariamente atractiva, casi magnética. Orador sagrado, fundador de hermandades y de cofradías, teólogo y hombre de gobierno, dejó varios tratados de mística y de ascética y se publicaron todos sus sermones.

Después de predicar una serie de sermones durante la primavera de 1231, su salud comenzó a decaer y se retiró a descansar, con otros dos frailes, a los bosques de Camposampiero. Sabiendo que sus días estaban contados, pidió que lo llevaran a Padua, pero murió de camino. El 13 de junio de 1231, en la habitación particular del capellán de las Clarisas Pobres de Arcella recibió los últimos sacramentos. Entonó un canto a la Virgen y sonriendo dijo: “Veo venir a Nuestro Señor”. Murió a la edad de 35 años.  Durante sus funerales se produjeron extraordinarias demostraciones de la honda veneración que se le tenía.

Un año después de su muerte fue beatificado. En esa ocasión, el Papa Gregorio IX pronunció la antífona “O doctor optime” en su honor. Su culto, muy popular, se generalizó a partir del siglo XV. Su nombre está ligado a la ciudad que sirvió como último destino, Padua. Su representación más valiosa se debe a Goya, quien lo plasmó en San Antonio de la Florida. Fue proclamado doctor de la Iglesia por el Papa Pío XII en 1946. Su fiesta se celebra el 13 de junio.

El entusiasmo popular ha hecho que San Antonio, más que otros, sea universalmente reconocido por los fieles de todo el mundo. Durante los siete siglos ya transcurridos desde su muerte, millones de personas se han sentido atraídas a este “Franciscano Milagroso”. Es el patrón de las mujeres estériles, de los pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros.

(Fuentes: Varias)

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