La brisa fresca, el canto de los pájaros, los coquíes, el verde de los campos, en fin, el ambiente de Casa Manresa fue escenario de nuestros ejercicios espirituales anuales. Desde el lunes, 18 de abril, hasta el viernes, 22 de abril, en el contexto del Año Jubilar de la Misericordia y de la Semana del Buen Pastor, dirigidos y acompañados por nuestro Obispo, Padre Rubén Antonio González Medina, cmf, los presbíteros vivimos días de silencio, oración, encuentro personal y comunitario con Jesucristo. Nos movía el deseo de revitalizar nuestro ser discípulos-misioneros del Señor, para lanzarnos a la nueva etapa que como Iglesia particular estamos emprendiendo. Nuestro padre y pastor nos animaba a mirar el pasado con gratitud, a vivir el presente con intensidad, y a proyectar el futuro con esperanza.

La Palabra de Dios nos fue marcando el paso, mientras que el Magisterio de la Iglesia, la rica espiritualidad patrística, oriental y de los santos nos ayudaban a dejarnos interpelar por la voz del Señor. La celebración de la liturgia de las horas, la Eucaristía, la mirada a la Virgen, la celebración comunitaria de la penitencia, la confesión sacramental, la adoración eucarística y el encuentro fraterno constituyeron el marco propicio para nuestra experiencia de estar a “solas con Él Solo”. La exhortación Evangelii Gaudium y el Documento de Aparecida servían de brújula en cuanto a lo que nos pide el Espíritu a nuestra Iglesia diocesana en esta etapa evangelizadora.

Damos gracias al Señor que nos ha regalado redescubrirnos como hombres, elegidos, llamados, consagrados y enviados a servir a la Iglesia, nuestra esposa. Salimos con la convicción de que en “Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1); y conscientes de que, aun con nuestras debilidades, somos un don para la comunidad: presencia de Cristo Pastor, Sacerdote y Cabeza de la Iglesia. Por tanto, renovamos nuestro deseo de vivir en conversión, escuchando al Hijo que nos invita “ven y verás”, y que por la fuerza de su Espíritu nos exhorta a ser misericordiosos como el Padre.

(P. Arnaldo Ortiz Dominicci )

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