Durante la semana del 27 al 31 de marzo el Santuario Nacional de Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia en Cupey acogió a los cientos de fieles que, noche tras noche, antes de las 7:00 llegaron hasta allí para participar de la Misión Cuaresmal que este año tuvo como lema Que seamos uno para que el mundo crea (Jn 17, 21).

El primer día del evento que consistió de un encuentro de distintos movimientos y grupos apostólicos, la misa fue presidida por Monseñor Roberto O. González, OFM, quien posteriormente, introdujo a P. Feliciano Rodríguez de la Diócesis de Caguas como predicador de la noche con el tema La diversidad de carismas y la comunión.

En su predicación señaló que el Espíritu Santo es quien invita, atrae y llama “a los que van a ser los creyentes”. Pues es quien trabaja por dentro a la persona, produce en ella el don de la fe y le mueve a la conversión.

El sacerdote subrayó que: “San Pablo dice que el Espíritu Santo nos injerta en el tronco de Cristo y entonces dejamos de producir frutos malos y producimos los frutos de Cristo. La Iglesia es el soplo del Espíritu Santo que toma forma en los creyentes”. Sostuvo que en la Carta a los Efesios San Pablo dice que “la Iglesia es el junte de esos dones o carismas que el Espíritu Santo ha regado en el cuerpo de Cristo”. Junte que se traduce en la fe, la esperanza y la caridad.

“Ningún don, ningún carisma, ningún ministerio anda por la libre en la Iglesia, porque si se desgaja del tronco se muere. A todas esas diversidades las junta un don que sí está por encima de lo demás, que es el don de la unidad en la caridad, el lazo del amor”, comentó P. Feliciano Rodríguez.

Precisó que es importante contribuir en la enseñanza de la comunión y la unidad. Puesto que “un barco se hunde, dicen algunos, no por la cantidad de agua que le rodea, sino por la que se le mete dentro. Si nosotros dejamos que lo negativo de nuestra sociedad se cuele dentro de la comunidad: las competencias, las envidias, la soberbia, los atropellos y las injusticias; se nos hunde el barco. Claro que sí”.

Culminó diciendo: “Salgamos de aquí agradecidos de las riquezas de nuestras diversidades. De dos en dos los mandó Jesús, o sea que no es cada cual por su lado, es unidos. Salgamos, dicen los Obispos, a refundar a Puerto Rico. A repartir gratis, dice Jesús, lo que ustedes recibieron gratis, es decir por gracia no por ambición. Que así sea hermanos”.

La noche terminó con el acto simbólico de presentar los carismas de cada movimiento y grupo apostólico. De acuerdo con Mons. Leonardo J. Rodríguez Jiménes, vicario para el Santuario, los carismas rejuvenecen la Iglesia porque son acción del Espíritu Santo. “Nosotros damos gracias al Señor esta noche durante toda esta misión por esos carismas porque son los que rejuvenecen la Iglesia y estos movimientos apostólicos y los grupos siendo fieles a sus carismas mantienen la belleza y la juventud de la Iglesia”, subrayó.

Mientras el coro entonó un cántico para la ocasión, representantes de los movimientos y grupos caminaron hasta la tarima con vela en mano para colocarla a los pies de un árbol de papel  ubicado en una esquina como señal de acción de gracias por los carismas obtenidos. Luego se realizó la adoración eucarística.

No obstante, durante el resto de la semana P. Ángel Ríos de la Diócesis de Mayagüez, fungió como predicador los días del 28 al 30. La noche del 31 de marzo el cierre estuvo a cargo de P. Mariano Martínez, OMI, de la Arquidiócesis de San Juan. La actividad contó con una oración de sanación.

Como de costumbre, para beneficio de los fieles, se contó con estaciones para confesiones y se rezó el Santo Rosario antes de comenzar formalmente la actividad. Además, la feligresía tuvo la oportunidad de recibir la Eucaristía y adorar al Santísimo.

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