Cada 6 de enero los residentes del Barrio Seboruco de Peñuelas forman parte de una promesa familiar a los reyes, que nació hace más de un siglo y hoy continúa como un tesoro de fe y tradición. Ese día un hogar y esa comunidad abren sus puertas para elevar una plegaria a Dios, dar gracias y presentar intenciones.
Don Antonio Hernández Martínez comenzó esta tradición para el 1915. Fue el fallecimiento de su esposa Ana dando a luz, y tener que criar a cinco hijos que lo inspiraron a comenzar la promesa. Al fallecer don Antonio, su hijo mayor la heredó. Al morir, su hija mayor, Dora Alicia Hernández Cortés la siguió. Hoy día este hábito continúa con Dora junto a su hija mayor, Miriam Rodríguez Hernández. Convirtiéndola así en una generacional, que con el tiempo hasta la comunidad la hizo suya.
Dora explicó: “Estoy feliz (pausa por la emoción) porque la tradición había que seguirla, esto viene desde mis abuelos. Mientras el Señor me dé salud seguimos pagando la promesa con la ayuda de mi hija, el día que me vaya con el Señor, termino de pagarla y sigue ella”. Detalló que la promesa es cristocéntrica, que se ora a Dios y a Jesucristo presentando las peticiones bajo la intercesión de la Virgen y de los Reyes. De hecho, inicia con la bendición de un sacerdote.
Por su parte, Miriam explicó que en los inicios se cantaban 12 aguinaldos. En el 1925 aumentó a 25 y posteriormente alcanzó los 50. Además de otros cinco a la Virgen Milagrosa. En estos cinco, toda la familia ora de rodillas. Con el aguinaldo inicial, el de entrega de la promesa, el ofrecido, algún otro, el de cierre y la ñapa, llegan a los 60. Una serie de trovadores, músicos y fieles pasan a pagar su promesa personal.
“Fue un 6 de enero de 1915 que comenzó esta devoción de fe y amor. La promesa la comenzó mi bisabuelo que prometió a Dios y a los Reyes que, si lo ayudaban a sacar hacia adelante a su familia, a hacerlos personas de bien, todos los 6 de enero le iba a pagar una promesa a los Reyes”, detalló Miriam.
Afirmó que desde el vientre materno es una mujer de fe y cultura. “Ya la promesa dejó de ser familiar. Se corrió la voz de que la promesa es diferente. Invocamos la presencia del Señor. Esta es una tradición de fe y devoción. Anteponiendo cada intención a los pies de Jesús y utilizando a María y los Reyes como intercesores. Hasta que mis ojos se cierren y deje de respirar aquí se va a cantar la promesa”, aseguró.
Continuó diciendo que: “Es un privilegio y un honor inmerecido ser la custodia de esta tradición. Mis abuelos eran excepcionales, eran queridos por el pueblo. Me siento obligada por tantas bendiciones recibidas. No soy perfecta, pero soy una mujer de fe. Luego del Rosario me entrego en las manos del Señor para continuar esta tradición”, destacó Miriam. La bendición del párroco y anteriores sacerdotes de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Tallaboa, Peñuelas a las 3:00 de la tarde marcan el inicio de la promesa. Esto como dicta Miriam, “porque no se toca una cuerda sin la bendición”. Este año esperan tener tres sacerdotes. Se reza el Rosario y se lee el Evangelio que alude a los sabios de Oriente. La canción que comienza la jornada musical es un aguinaldo jíbaro con el pie forzado Santísimos reyes que van a Belén, esperen por mí que yo voy también, de la autoría de la trovadora Marilyn Cruz Torres.
Centenares de personas llegan, incluso de distintos puntos de la Isla, con devotos que hacían promesas a los Reyes y se integraron a esta. Entre las 5:00 de la tarde y 7:00 de la noche es donde se congregan más personas, en ocasiones sobrepasan las 300. A las 7:30 p.m. llegan los reyes para repartir regalos a los niños, recreando la adoración al Niño Dios con un bebé de la familia, se retratan con los más pequeños y parten a Oriente para que continúe la promesa. Aproximadamente a la medianoche, se canta el último aguinaldo.
Por su parte, Badsi Sorayda Valentín, conocida como Sory, prepara la decoración. “Se viven momentos especiales. Desde que vivo en el barrio hace unos años estoy envuelta en esto”, indicó. Pide con fe por la salud de su esposo enfermo. Lleva varios años colaborando, lo que demuestra que la comunidad ha hecho suya esta promesa.
Desde antes de la 3:00 p.m., el hogar y la comunidad abren sus puertas y la invitación es abierta a todos y libre de costo. Solo se pide respeto y devoción. Para llegar desde Ponce, se toma la salida 213 a la derecha. Ya en la Carr. 385 en Peñuelas, en el kilometro 4.0 a la derecha está el letrero Bienvenidos al Seboruco y es la casa núm. 11. Para información, 787- 675-3982. ■
Enrique I. López López
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