“Me hinco y pido a Dios, porque lo único que tengo son los brazos para vivir”. Así se expresó con ojos llorosos Rafael Hernández Pérez de 57 años de edad, a quien el pasado mes de abril le amputaron la pierna izquierda como consecuencia de un andamio que cayó encima de su pie tiempo después de que un clavo le traspasara el dedo pulgar durante un trabajo de construcción.

Al cruce de un portón negro y al final de un estrecho pasillo de cemento, se encuentra la humilde y pequeña residencia que ubica en la Calle San Ciprián de Barrio Obrero en Santurce, que comparte con su compatriota dominicana María Silvestre de 69 años. Fue ella quien luego de lo ocurrido, considerándolo como un hermano, accedió a darle vivienda.

Actualmente, Rafael no tiene familia en Puerto Rico y no cuenta con ayuda económica alguna. Con el ingreso del seguro social de María de $250 mensuales (si le llegan completos), pagan el alquiler del apartamento tipo estudio de $225 y hacen la compra con $110 que recibe del Programa de Asistencia Nutricional.

“Me apuro más por ella que por mí mismo, pero mi cuerpo está cansado. No es fácil, pero…”, dijo Rafael con voz entrecortada al describir las dificultades que enfrenta día a día; al tiempo que confesó que la impotencia ante la situación le ha llevado a considerar quitarse la vida en varias ocasiones.

A pesar de las circunstancias, apoyado de su única pierna y las muletas, Rafael se las ingenia para hacer todos los quehaceres del hogar y asistir a María que está en silla de ruedas, luego de ser atropellada y perder la movilidad en sus piernas. Aunque cuentan con servicio de ama de llaves, esta solo va tres horas por día lo que no es suficiente para cubrir las necesidades de María. Tampoco tienen transportación por lo que Rafael depende del transporte colectivo o pon para ir a la farmacia, hacer las compras y las diligencias.

“Con las muletas o con el andador recojo y mapeo. En la cocina estoy en un solo pie, porque no puedo entrar ni con el andador ni con las muletas porque el espacio es muy estrecho. Cuando estoy muy cansado, me siento”, expresó el hombre que lleva 8 meses con la pierna amputada.

Rafael sueña con poder volver a caminar sin la ayuda de muletas, por lo que necesita una prótesis con la que podría volver a buscarse el pan de cada día. “Yo lo que quiero es caminar. Eso es lo que me interesa, porque yo busco qué hacer. Me voy a trabajar. Así la puedo ayudar a ella”, admitió. La pareja también presenta necesidad económica al igual que de medicamentos y comida.

(Para cooperar llame a Cáritas de Puerto Rico al 787-300-4953 o envíe su donativo a: P.O. Box 8812, San Juan, Puerto Rico, 00910-0812).

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