(Quinto de varios artículos)

Padre Rafael “Felo” Torres Oliver, C.Ss.R, con 60 años de religioso y 55 de sacerdote, dedicó años de trabajo misionero en el hermano país caribeño de Haití. Siendo Vicario de Pastoral en Caguas inició el proyecto de Guerra contra el Hambre. Luego de una colecta para Haití, el equipo conformado por Magaly Millán, Mons. Mendoza y P. Felo decidió que se llevara el donativo a una misión en uno de los arrabales de mayor miseria en Puerto Príncipe: Cité.

“Eran los pesitos de los pobres de la Diócesis”, recordó P. Felo.

Un equipo llevó el donativo, ropa y comida. Fue en 1975. Caminando con las religiosas por el arrabal, P. Felo vio un niño arrastrarse muy rápido por el fango. El misionero redentorista vestía una guayabera blanca. Le preguntó a la religiosa, ¿qué fue eso?; le contestó: “Es Elí que cuando tenía 5 años se quemó los pies y se arrastra porque no tiene deditos en los pies”.

Padre Felo se arrodilló hasta el suelo fangoso donde se encontraba Elí, de 7 años. Lo miró a los ojos y Elí le abrazó con fuerza. El equipo prácticamente lo adoptó durante los trabajos.

Se movía fijando sus rodillas porque sus pies eran muñones. Al regresar a Caguas, Padre Felo le contó al Obispo de Caguas de esa época, Mons. Rafael Grovas, la situación tan injusta del niño que no podía caminar y la Diócesis tomó acción.

Se le sacó un pasaporte haitiano, se hizo trámites de abogados y el consulado que con resistencia al final accedió a traerlo a suelo boricua. Un equipo compuesto de familias y agentes de Guerra contra el Hambre recibió a Elí, se le operó, se le dio terapia, se recuperó cuidado por una familia de Caguas y logró caminar. Al tiempo, regresó a Haití con su familia y se le consiguió una escuela de religiosas especial para discapacitados.

Elí, símbolo de la acción misionera de Caguas en Haití, cada 2 años regresaba para seguimiento a sus tratamientos. Hablaba creole, español, inglés y francés. Sufrió una herida que no se curaba en un muñón. Era cáncer. Padre Felo y un equipo fueron a visitarlo y el día que regresaron a Puerto Rico murió a sus 19 años. ■

Enrique I. López López
e.lopez@elvisitantepr.com
Twitter: @Enrique_LopezEV

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