(Primera de dos partes)

Discernir, interpretar y comprometerse. Con estas tres palabras claves sugiero una reflexión providencia lista de la crisis actual que el pueblo puertorriqueño sufre con marcada intensidad. Es preciso que este sufrimiento colectivo rinda frutos de valor permanente.

Discernir. No hace falta detenerse en esta etapa de la reflexión. Los medios de comunicación social se han encargado, según diversas modalidades de precisión y claridad, de transmitir los detonantes de la situación crítica. Cabe distinguir entre actos de corrupción, para los cuales están pautas de justicia establecidas para su denuncia y corrección debida, y las transmisiones cibernéticas de mensajes ofensivos de la dignidad inherente a las personas para los cuales surge cierta pluralidad de evaluaciones sobre su gravedad y modo de restaurar el respeto y la confianza herida.

Aunque es necesario pedir perdón, lo cual de parte del señor Ricardo Rosselló afortunadamente ocurrió, no es suficiente ante la naturaleza de los hechos. La divulgación de los mensajes objetivamente ofensivos, no son meros errores de inadvertencia o fragilidad humana en la cual todos caemos en algún momento de la vida, sino actos que necesariamente incluyeron algún grado de deliberación e intención al menos para procurar la efectividad prevista. Es decir, además del pedir perdón se precia garantizar los medios para restaurar la justicia violentada y contrarrestar el desprecio al derecho inalienable del buen nombre de las personas heridas en su intimidad. Confiemos que ese discernimiento sea claro y contundente para las autoridades que han vulnerado profundamente la confianza del pueblo que los eligió como dirigentes del bien común.

Interpretar. Me corresponde como creyente y persona consagrada sugerir una interpretación a la luz del Evangelio cristiano. Cabe preguntar: ¿Cuál es la Voz de Dios en medio de la deshonestidad y la ausencia de transparencia? ¿Sabemos leer en la letra torcida de los eventos nacionales algún mensaje divino? Creo que sí, y para respaldarlo, acudimos a la sabiduría del Padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt. Él nos dice que para el creyente cristiano no hay casualidades sino causalidades que se precisa auscultar con ojos de fe, ánimo de esperanza y corazón transido de amor. El Padre José Kentenich nos propone como medida para interpretar la crisis en Puerto Rico, la Fe práctica en la Divina Providencia. Por esta se entiende la certeza de que Dios no solo cuida de los hombres y del mundo, sino que expresa y manifiesta sus deseos de manera tal que el hombre los pueda captar y responderle.

Es la fe en que el Dios sabio, poderoso y fiel tiene un plan de amor para la humanidad y para cada persona. Se habla de fe “práctica” en el sentido de que podemos conocer, por la luz de la fe, a través, de las voces del tiempo, del alma y del ser, ese plan y conformar nuestra vida concreta de acuerdo con él.

La Fe práctica en la Divina Providencia nos lleva a buscar activamente la voluntad de Dios, en la vida y en los acontecimientos, y a responderle filial y eficazmente. Es “receptiva”, en cuanto está abierta a recibir las indicaciones de Dios y a abandonarse a su voluntad, y “activa”, en cuanto busca activamente esa voluntad y trata de realizarla.
Esta enseñanza de la espiritualidad profundamente cristiana del Padre José Kentenich la confirma la Iglesia en su Catecismo al declarar:

Dios da así a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra de la Creación, para perfeccionar su armonía para su bien y el de su prójimo. Los hombres, cooperadores a menudo inconscientes de la voluntad divina, pueden entrar libremente en el plan divino no solo por sus acciones y sus oraciones, sino también por sus sufrimientos (cf Col I, 24). Entonces llegan a ser plenamente “colaboradores de Dios” (1 Co 3, 9;1Ts3,2) y de su Reino (cf Col 4, 11), Catecismo 307.

Ahora bien, ¿cuál puede ser el mensaje de la Providencia en esta crisis del pueblo? No se pierda la segunda parte de este artículo en la próxima edición de El Visitante. ■

Hna.Elena Lugo, Ph.D.
Intstituto Pedagógico Padre José Kentenich
Para El Visitante

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