Óscar Elizalde Prada
Noticelam
Monseñor Rubén González Medina, obispo de Caguas (Puerto Rico) y presidente del Departamento de Familia, Vida y Juventud del CELAM, comparte con Noticelam sobre los desafíos de la pastoral familiar y juvenil en el Continente de la esperanza, para que “la vida en abundancia” de Jesucristo dinamice la “civilización del amor”.
La familia ocupa un lugar prioritario en la misión de la Iglesia. Desde el CELAM ¿cómo se preciben las reflexiones que se llevan a cabo sobre este asunto?
Ciertamente es un reto, la familia es una institución que está pasando por una crisis muy fuerte y desde el CELAM estamos tratando de impulsar un proyecto para que la familia se vea fortalecida. Una de las frases que me gusta repetir y que queremos llevar a la práctica dentro de este contexto es “haz de tu casa un hogar y de tu hogar un templo donde Jesús sea el centro”. Entonces, desde la experiencia, la comunión, la participación y el intercambio queremos lograr que las nuevas generaciones vayan madurando progresivamente en su fe, para que nuestro mundo tenga vida y vida en abundancia.
¿Cuál será el principal desafío que asumirá el CELAM, en este nuevo cuatrienio, con relación a la situación de la familia en América Latina y el Caribe?
La defensa de la vida, sobre todo la vida que nace y se desarrolla en la familia. Tenemos el gran reto de hacer de la familia un lugar seguro para nuestros jóvenes, donde se desarrollen los valores del Evangelio, de modo que las capacidades que Dios le ha regalado a cada persona las pueda poner al servicio de los demás.
¿Cómo mira la Iglesia latinoamericana y caribeña el mundo de los jóvenes?
El Papa ha insistido en una frase muy hermosa en Evangelii Gaudium, habla de los “callejeros de la fe”. Queremos hacer de nuestros muchachos misioneros auténticos, que desde la alegría, la esperanza, y desde su proyecto de vida, anuncien y construyan una nueva “civilización del amor” basada en los valores que nos da la fe y que se proyectan al servicio solidario y comunitario, en búsqueda de la justicia, de la paz, de la libertad, y sobre todo de la responsabilidad, que les permita asumir, como constructores de la nueva sociedad, este reto de ser protagonistas de la civilización del amor.
¿Este asunto será abordado durante los próximos años, por ejemplo en los Encuentros de Responsables de Pastoral Juvenil de América Latina y el Caribe?
En este momento estamos elaborando el proyecto [del cuatrienio], estamos recibiendo las inquietudes de nuestros jóvenes para ir dando cuerpo a este proyecto que ciertamente tiene una clave interesante y es la de “salir a”, que si la desglosamos, podemos explicarla por partes: sal-ir-a. “Sal”, porque la sal da vida, calienta y quema, en este “ir” a las periferias de la sociedad y, particularmente a las periferias de nuestros muchachos que son los lugares donde el joven se encuentra encerrado y abatido. Y finalmente “a”, ¿a qué?, a llevarle la buena noticia del Evangelio, como dice la Evangelii Gaudium, porque en Jesucristo nace y renace la alegría. Nuestros muchachos, con su estilo peculiar, con el arte, la música y la cultura, expresan esta nueva realidad que es el Evangelio, el anuncio gozoso de que Jesucristo es vida y vida en abundancia.