Oficina de Prensa de la Arquidiócesis de San Juan, Puerto Rico
Queridos hermanos y hermanas:
Durante los pasados meses se ha estado celebrando el 50 aniversario de la declaración del Concilio Vaticano II Nostra Aetate sobre la relación entre la Iglesia Católica y las religiones no cristianas. Hoy nos unimos al Papa Francisco y demás diócesis del mundo a esta importante celebración.
En nuestra Arquidiócesis, hemos querido celebrar este aniversario hoy, día en que abrimos la Puerta Santa para iniciar el Año de la Misericordia. Por ello, queremos agradecer al Rabino Norman Patz, al Sr. Diego Mendelbaum, Encargado de la Sinagoga Shaare Zedeek, y miembros de sus comunidades de fe aquí presentes en la catedral y enviar un saludo fraterno a todos nuestros hermanos y hermanas judíos en Puerto Rico. ¡Ustedes son nuestros hermanos y hermanas mayores en la fe!
A nosotros, los cristianos y cristianas, nos une un vínculo espiritual muy fuerte que se resalta en la declaración conciliar cuyo aniversario celebramos y que dice: “la Iglesia de Cristo reconoce que, conforme al misterio salvífico de Dios, los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y en los profetas. Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abraham según la fe, están incluidos en la vocación del mismo Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud.” (Declaración Nostra Aetate, 4).
Cuando el Papa Francisco celebró el 50 aniversario de esta declaración, con respecto a nuestros hermanos de la religión judía expresó: “Una especial gratitud a Dios merece la verdadera y propia transformación que ha tenido en estos 50 años la relación entre cristianos y judíos. Indiferencia y oposición se transformaron en colaboración y benevolencia. De enemigos y extraños nos hemos transformado en amigos y hermanos. El Concilio, con la Declaración Nostra aetate, ha trazado el camino: “sí” al redescubrimiento de las raíces judías del cristianismo; “no” a cualquier forma de antisemitismo y condena de todo insulto, discriminación y persecución que se derivan.” (Audiencia, octubre 2015)
Aunque ya van 50 años de esa declaración, la misma sigue siendo un escrito de mucha actualidad y, a raíz de algunas situaciones que se están viviendo debido a conflictos religiosos, adquiere mayor relevancia. Esta declaración es una invitación a proseguir con provecho un diálogo, al respeto, a la fraternidad, a evitar el discrimen, y la persecución religiosa y a crecer en la acción solidaria a favor de la justicia, la paz y la caridad. Y, esto es así porque como dice dicha declaración: “Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra, y tienen también un fin último, que es Dios…” (1)
La mejor manera de celebrar estos 50 años de la Nostra Aetate es intensificar nuestro compromiso de hermandad, colaboración, respeto. Esta declaración nos exhorta a los católicos. Como católicos, celebrar este aniversario significa promover la amistad y el respeto con nuestros hermanos y hermanas de diferentes tradiciones religiosas. Creo que esto sería un signo de que la fe nos mueve siempre a la paz, al amor y a la unidad. La paz hay que comenzar a vivirla y a testimoniarla desde nuestra manera de vivir la fe, solo así seremos testigos creíbles. La Nostra Aetate nos señala el camino, caminemos pues en Puerto Rico hacia el encuentro con nuestros hermanos y hermanas hebreos y de otras tradiciones religiosas.
Que el Señor les bendiga y les proteja siempre.