Tras conocerse que en octubre se canonizarán a Louis y Zelie Martin, padres de Santa Teresa Lisieux, es necesario recordar que la santidad sí es posible en la vida conyugal.
A continuación algunos ejemplos:
Ejemplo de ello son, en primer lugar, la Santísima Virgen María y su esposo San José. Le siguen los padres de la Virgen María, San Joaquín y Santa Ana.
Desde el inicio del cristianismo hay una lista de esposos que fueron martirizados, entre ellos: Áquila y Priscila que eran colaboradores del apóstol Pablo y por protegerlo expusieron sus propias vidas.
Más tarde, en el siglo VII en Bélgica están San Vicente y Santa Valdetrudis, padres de cuatro hijos que también son santos. Igualmente, Santa Valdetrudis proviene de una familia en la que Walberto y Bertilia, sus padres, también son santos, al igual que su hermana Santa Aldegundis.
En el siglo XII está San Isidro Labrador junto a su esposa Santa María de la Cabeza. Se dice que cierto día estaban ellos en el campo y su hijito se cayó a un pozo muy profundo. Los esposos, al no poder rescatarlo, se arrodillaron y se pusieron a rezar. De pronto, las aguas empezaron a subir y apareció el niño sin ningún rasguño.
Entre los más actuales se venera en Brasil a los beatos mártires Manuel Rodrigues Moura y esposa, víctimas de la opresión que se desencadenó contra la fe católica (1645). Junto a ellos están las muchas parejas mártires en Japón y Corea.
(Fuente: Aci Prensa)