Reflexionemos para que juntos aportemos soluciones desde el paso del huracán María hacia el nuevo y refrescante paso providente de Dios:

María jamás produjo el caos… ¡lo dejó visible! La convirtieron en un chivo expiatorio.

María en ningún instante nos privó de la luz eléctrica, nos permitió ver la vulnerabilidad y fragilidad en la que vivíamos. El sistema gubernamental nos dejó sin electricidad porque con los años se encargaron de llenar nuestros ojos de falsas expectativas y hacer un sistema cada vez más débil.

María no dejó hambre de pan y activó las violencias… Ya en Puerto Rico había pobreza, hambre, violencias de todo tipo y necesidades en todas las escalas sociales.

María bajo ninguna circunstancias nos dejó en la más absoluta intemperie… A diario muchos puertorriqueños perdían su hogar, sus techos.

María no cortó las comunicaciones… Esto nos precedió cuando nuestras conversaciones se sustituyeron por las redes sociales, WhatsApp, Instagram, Facebook, Snapchat, entre otras.

María de ningún modo nos dejó sin trabajo… Puerto Rico ya tenía una tasa alta de desempleo.

María no produjo las migraciones… Centenares de familias salían de Puerto Rico buscando un mejor bienestar.

María solo nos despojó de las acostumbradas comodidades para que dejáramos de ser indiferentes ante la realidad y así podamos comprender que en esta vida todo es perecedero.

María nos ha sensibilizado para contemplar lo que hay dentro de nuestros corazones y mirar mejor a la gente que está a nuestro alrededor con respeto y amor.

María evidenció la catástrofe existente antes del miércoles, 20 de septiembre 2017. La catástrofe estaba presente en la politiquería, en la injusticia, en la corrupción, en el fanatismo, en el desamor, en el egocentrismo, en el orgullo, en la arrogancia, en la vanidad, en la falta de fe y por habernos alejado de los caminos y de la voluntad de Dios.

María vino para darnos una enseñanza, en que jamás nos jactemos de nuestras seguridades. Tenemos que entender que ser bendecidos no estriba únicamente en la prosperidad física o material propia o heredada, somos bendecidos por lo que hay dentro de nuestros corazones, en nuestra humanidad.

María era necesaria para la naturaleza. A su paso estremeció y sacudió al hombre, a sus estructuras sociales y materiales para que pudiéramos ver cómo son sus raíces y sentir cuánta falta nos hace.

El reconstruirnos como nación jamás debe depender únicamente del gobierno, ni de militares, ni de FEMA, ni de Trump, ni de los artistas, gobernantes y presidentes. El reconstruirnos depende de ti, de mí, de nosotros. El reconstruirnos está entretejido en qué o en quién dirijamos nuestras miradas y sea nuestro mayor bien, nuestra meta y nuestro proyecto comunitario. Simplemente incluyamos a Dios como parte de nuestras opciones, familias, sociedades y como un elemento cultural e intrínseco de nosotros como nación.

Aprendamos a ser conformes con lo que la vida nos depare y estemos contentos con lo que Dios quiere disponer para nosotros. Pensemos que quien sabe contentarse con menos tendrá siempre más, que quien sabe vivir con poco vivirá siempre con mucho, persuadido de que Dios es un Padre providente y bueno, poderoso y sabio. Seamos humildes y capaces de adaptarnos a las circunstancias, si la ambición no nos domina, entonces viviremos tranquilos y serenos en esta tierra borinqueña, y felices para siempre en la otra. Ojalá aprendamos la lección de hoy y nos asemejemos a ese niño que descansa tranquilo en el seno de su madre, tal como lo presenta la bella imagen de Nuestra Señora de la Divina Providencia.

P. Víctor Torres 

Consejero profesional

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