(Mensaje para el Primer encuentro de Danzores Católicosde la Arquidiócesis de San Juan)
27 de agosto de 2016
Queridos hermanos y hermanas:
San Pablo le hacía tomar conciencia a los corintios preguntándoles: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que ustedes son”, (I Cor. 3, 16-17). El cuerpo es templo del Señor y con el cuerpo en movimiento se alaba al Señor.
La danza litúrgica debe ser un proceso sanador tanto de los integrantes, como de la comunidad, porque Dios nos ama a todos y a través de la danza lo experimentamos expresando nuestros movimientos. La danza le permite al creyente con cada coreografía, con cada movimiento, con cada oración, expresar con espontaneidad los sentimientos de alegría, tristeza, consuelo, solidaridad y fe que produce la música en el interior de su persona, lo que le permite expresar una sintonía entre cuerpo y alma y Dios.
La danza litúrgica debe ser un proceso espiritual no solamente individual sino comunitario. La revelación de Dios se hace a través de una comunidad, siendo nuestra comunidad mayor la Iglesia Católica, que es nuestra familia. Es por esto que los danzores a Dios tienen un ministerio orante y evangelizador. Son también intercesores de las necesidades de los miembros de la Iglesia que expresa la creencia en el gran Amor de Dios y permite encontrarlo en forma más fuerte y efectiva.
Felicito de corazón a Mons. Leonardo Rodríguez y P. Rodney Algarín y demás organizadores por esta feliz iniciativa de convocar el primer encuentro de danzores católicos. Agradezco a la Universidad del Sagrado Corazón por ofrecer sus instalaciones para este evento. Reciban todos mi saludo caluroso, mi bendición y abrazo de paz y bien. ¡Alabemos juntos al Señor con danzas, y que para Él sea el honor y la gloria!