P. Urian cuenta la historia de su doble recepción de órganos

“Antes de que yo te formara en el vientre de tu madre, ya te conocía. Antes de que nacieras, ya te había elegido para que fueras un profeta para las naciones”, se muestra en el libro del profeta Jeremías (1, 5) su llamada de parte de Dios. La historia de Padre Urian José Pérez, párroco de La Merced de Lajas despierta esta reflexión. 

“Empecé a padecer del riñón a los 16 años. Me sentía llamado a ser sacerdote desde la escuela superior”, reveló el sacerdote sobre su proceso vocacional que se vio enfrentado a su condición de salud, pero que tuvo oportunidad de entrar al seminario en 1989. Al poco tiempo tuvo que salir del seminario propedéutico por complicaciones de salud, aunque en el proceso continuó estudiando la Filosofía. Con permiso de su obispo pudo terminar los cursos de Teología en el Seminario Mayor Regina Cleri, lo que le abrió paso a la ordenación sacerdotal el 17 de octubre del 1997.

Tras dos años de ministerio sacerdotal, Padre Urian se enfrentó nuevamente a su condición de una manera decisiva. Necesitaba una donación de riñón para mantenerse con vida. Su madre le traía a la vida nuevamente al donarle su riñón el 13 de julio de 1999. “Ha sido un regalo de Dios poderme ordenar sacerdote… y el regalo de mi mamá, que quiso donar el riñón”, expresó Pérez quien luego del trasplante ha ofrecido su servicio ministerial por 25 años en la Parroquia Santa Rosa en Rincón, luego en San Germán y actualmente en La Merced. 

Los años pasaron y el riñón donado por su madre se deterioró. Fue entonces que el sacerdote tuvo que recurrir al tratamiento de diálisis en el 2020, justo con el azote de la pandemia del COVID-19. Tras dos años y medio en diálisis y sufrir la pérdida de su madre un año antes, se enfrentó nuevamente a la necesidad de un riñón. “Señor, yo he hecho todo lo posible, lo pongo todo en tus manos”, suplicaba Pérez quien fue contactado en ocho ocasiones con la posibilidad de recibir donación. En las múltiples ocasiones no fue posible recibir la donación por varios detalles: compatibilidad de la sangre o del órgano, entre otros. “Me llamaron el 1 de diciembre de 2022, a las 3:00 a.m. desde Tampa, Florida, y el 2 de diciembre ya estaba trasplantado”, relató el párroco. “Dios fue poniendo las personas. Mucha gente se unió, estuvieron orando muchísimo”, recordó agradecido. 

“Es un gesto de caridad llevada al extremo, te estás desprendiendo de algo. Es un gesto de amor, de entregarse por nosotros”, animó P. Urian al recordar a los donantes de órganos. “También la persona que antes de morir decide donar sus órganos, da vida a otros”, añadió.  Finalmente, renovó su agradecimiento a Dios por la providencia de servirle desde el sacerdocio: “Cuando el Señor está detrás de todo, Dios toma perfecto cuidado y realmente ha sido un regalo maravilloso del Señor, continuar”.

Si se anima a donar algún órgano, en vida o al fallecer, puede comunicarse con Lifelink al 787-277-0900 o en www.donevidapuertorico.org.

Jonathan Colón Hernández

Para El Visitante

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