La Iglesia diocesana peregrinó con acento penitencial a la Basílica menor en honor a Nuestra Señora de la Monserrate de Hormigueros para centrarse en la tercera y última etapa de su misión cuaresmal el pasado 22 de marzo. El tema central: la limosna. Antes de las 5:00 de la tarde varios centenares de fieles ya esperaban en el punto de partida establecido junto a una veintena de sacerdotes y Mons. Álvaro Corrada del Río, Obispo de la Diócesis de Mayagüez, para iniciar la procesión por las calles.
A las 5:00 en punto comenzó la procesión, de asistencia notoria y representación de las parroquias de toda la Diócesis, con el rezo del santo rosario y cánticos cuaresmales por la Calle San Antonio, la Calle Monserrate y finalmente la Calle Peregrino hasta la parte posterior de la Basílica preparada para albergar a los fieles para la predicación y la celebración de la misa a cielo abierto. Algunos de los peregrinos decidieron subir las escalinatas en muestra de tradición penitencial. Cabe destacar que la lluvia intermitente no disuadió a los cientos de fieles a irse, sino por el contrario. El área posterior de la Basílica, estacionamiento y laterales preparada con sillas apenas dio abasto.
El predicador de la tarde fue Padre Javier Aquino Florenciani, quien desmenuzó y explicó el significado de la limosna. Inició con un resumen de las dos misiones anteriores. “La limosna, es un signo de cambio, de arrepentimiento y una oportunidad de poder compartir lo que tenemos con los hermanos necesitados”, articuló el sacerdote con voz fuerte. Mientras tanto, algunos aprovecharon la oportunidad para la Confesión con sacerdotes disponibles en el área de la Basílica.
- Javier explicó que limosna es una palabra no aceptada en la actualidad, interpretada como algo humillante y reservado para una clase social desventajada. La realidad es muy distinta, según argumentó, con un significado centrado en la actitud de la persona misericordiosa y la manifestación de las obras de caridad ante los más necesitados, los más desventajados. Criticó las excusas usuales para apartarse de la limosna y cerrar el corazón, como: la crisis económica, un consumismo desordenado, la acumulación de bienes materiales, el ‘no tengo tiempo para atender’, el ‘no tengo dinero’ o‘me cuesta trabajo conseguirlo’. Estos denotan una cerrazón del corazón.
“Estamos llamados como Iglesia a ser testigo y dar testimonio de la misericordia de Dios en el mundo en nuestra familia, parroquia, comunidades y nación. No podemos desentendernos de la pobreza espiritual o material que vive nuestro hermano”, apuntó P. Aquino al tiempo que recordó las duras palabras de Jesús a los que no practicaban la limosna correctamente. Invitó a estar dispuestos y con actitud de apertura para hacer presente el amor de Cristo en el prójimo, esto es “manifestar la caridad”.
Luego de la prédica, Mons. Corrada presidió la Eucaristía solemne junto con presbíteros, diáconos y el pueblo de Dios. Durante su homilía, el Prelado se centró en el eje central de la tarde: la limosna. “En el calvario, el corazón de la Virgen María no se cerró en dolor, sino dentro del dolor más profundo se abrió su corazón generosamente para dársenos a nosotros como el Hijo nos la dio como madre”, dijo Mons. Corrada ante la asamblea atenta.
Invitó a los presentes a reflexionar sobre el misterio de la peregrinación y colocarse en el lugar de María Magdalena, del discípulo amado o de María la de Cleofás. Con voz potente dijo: “Ponte allí junto a María al pie de la cruz y desde allí abre tu corazón herido, traicionado y que tiene dolor. Ábrelo a la caridad y a la misericordia, ábrelo para dar la limosna que otros necesitan de ti. La limosna sale del corazón, no es del bolsillo, sale de lo más profundo del ser, de un corazón generoso para que sea válida”.
Uno de los momentos más emotivos fue la consagración de la Diócesis de Mayagüez al inmaculado corazón de la Virgen María liderada por el Prelado, como todas las diócesis del mundo han hecho o realizarán próximamente. La peregrinación finalizó con la bendición de parte de Mons. Corrada.