Presento esta modesta sugerencia a las personas que debaten sobre las teorías y las políticas relativas el Covid 19. Les aconsejo que estudiar a fondo y cuidadosamente todos los aspectos de esta pandemia.  No esgrimir argumentos ad hominem ni faltar el respecto a sus interlocutores ni a los profesionales entregados al bien común. La ética, la lógica, la ciencia y los valores superiores deben prevalecer sobre los intereses económicos, políticos y el fanatismo de cualquier procedencia. La lucha por la vida debe ser una tarea iluminada por altos principios y espíritu de solidaridad. Ahora resulta que medio mundo es experto en lo que ignora; las redes están llenas de disparates y supersticiones en torno a la pandemia. El derecho y el deber de dialogar deben alimentarse de buena voluntad y conocimientos adecuados.

 

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El taoísmo fomenta el paisaje y la serenidad. A tenor con su filosofía, la contemplación, realizada en un marco de meditación solitaria, conduce a la iluminación. Por lo cual, algunas personas educadas y adineradas preparaban lugares de retiro que mostraran un aspecto natural en medio del ambiente urbano.  Los jardines creaban ámbitos poéticos y pintorescos, tratando de mejorar la naturaleza con detalles añadidos o modificados por el gusto humano: rocas, plantas, arquitecturas, medio acuátil, puentes, mosaicos, símbolos, esculturas… Los contempladores se rodeaban de poemas sólidos y palpables.

 

Tal parece que el último emperador chino, llamado Pu Yi, vibraba con esta tradición idílico-ecológica cuando se alejó definitivamente de los asuntos políticos.  Sucesor la dinastía chino-manchú de los Qing, reinó en China con el título de Emperador Xuantong desde 1908 hasta la abolición del gobierno imperial en 1912.  Fue impuesto por los japoneses como el Emperador Kangde de Manchukuo, entre 1934 y 1945. Luego fue puesto a disposición de las autoridades tanto soviéticas como chino-comunistas, que finalmente lo colocaron en la prisión de Fushun de 1949 a 1959, Tras su liberación, trabajó en el Jardín Botánico de Pekín de 1959 a 1963, y como archivero de la Biblioteca Nacional de la misma ciudad hasta su muerte. También fue un converso al maoísmo hasta su fallecimiento en 1967, en medio de la “Revolución Cultural”.  De emperador todopoderoso, a humilde jardinero y lejos del mundanal ruido.

 

Aníbal Colón Rosado

Para El Visitante

 

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