En primera y última instancia, somos responsables de la vida que hemos recibido.  No esperemos ni pretendamos que los demás resuelvan los asuntos que conciernen a la conservación y al fomento de nuestra integridad como seres humanos.  Desde luego, caminamos en solidaridad con nuestros congéneres, ayudándonos mutuamente.  Pero no conviene sentarse a repartir lamentos y excusas, cuando podemos poner los medios y actuar diligentemente a fin de superar los traumas que nos afligen.  A Dios rogando, y con el mazo dando.

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El lavado del cerebro aplica varias técnicas coercitivas o de otra índole, a fin de cambiar el pensamiento o adoctrinar.  El método de la “limpieza” mental se propone hacer admitir ciertas informaciones mediante el ejercicio de la repetición.  El control de pensamiento pretende obligar a individuos y sociedades a someter sus creencias y comportamientos según los fines del ente dominante. Además del lavado ideológico, y en contraste con él, existe un proceso de purificación o lavado cerebral que beneficia a todos los seres humanos.  Dicho fenómeno natural consiste en un complejo sistema interno de conductos que retira sus desechos tóxicos.  Los canales transportadores de residuos muestran una actividad máxima durante el sueño profundo.  Por un lado, el insomnio afecta adversamente el drenaje de los fluidos nocivos; y por el otro lado, la acumulación de los mismos contribuye a acelerar la enfermedad de Alzheimer.  Añádase a lo anterior la acción destructora de las células microgliales que comen neuronas. He aquí otro “comecerebro”. 

Desde otro plano más elevado, la existencia clama por una limpieza superior: el lavado espiritual.  Me refiero al reino de la conciencia pulcra e inmaculada, la pureza del corazón: Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre.  Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida.

 

 

Aníbal Colón Rosado 

Para El Visitante 

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