Pudo haber destruido la parte más insignificante del edificio, pero se empeñó en abatir la piedra angular y la pieza clave o de remate en los arcos y bóvedas. La primera pertenece a los fundamentos de la construcción; la segunda es la dovela central y última que corona la curvidad arquitectónica. Sea en la cumbre o en los cimientos, ambas son esenciales para asegurar el equilibrio y la fortaleza de paredes, muros y tejados. Por lo tanto y por lo tonto, nadie se extrañó cuando el inmueble amenazó ruina y luego cayó sobre el suelo. Todo se vino abajo en su existencia.
La piedra base —primus lapis— sirve en la cimentación de albañilería y de referencia al resto de las piedras, determinando así la posición de la estructura entera. El término también define a la piedra colocada en una esquina —de ahí el adjetivo angular, lapis angularis—, con el propósito de sostener o unir dos grandes lienzos de muro. A esta porción de refuerzo se refiere el Salmo 118,22: “La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido”. El texto es citado seis veces en el Nuevo Testamento (Mateo 21,42, Marcos 12,10, Lucas 20,17, Hechos 4,11, Efesios 2,20 y 1 Pedro 2,7).
La Carta a los Efesios usa el símil de la la piedra fundacional: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. La Epístola de San Pedro, citando a Isaías 28,16, también se refiere a lo que contiene la Escritura: “He aquí, pongo en Sión la principal piedra de la esquina, escogida, preciosa: Y el que creyere en ella, no será confundido” (Cfr. Romanos 9,13). El sentido figurado ya formaba parte de la tradición veterotestamentaria: “¿Sobre qué están puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular?” (Job 38,6). Los traductores emplean diversas versiones del término pinnāh: angular, esquinal, primera, principal de apoyo, de fundación, rincón, baluarte, defensa… Zacarías, aludiendo a los caudillos del pueblo u hombres clave, profetiza que de Judá saldrá la piedra angular (10,4; cfr. 1 Samuel 14,38; Isaías 19,13; Jueces 20,2; Esdras 3, 10-11; Zacarías 4,6-7; Jeremías 51,26).
Aníbal Colón Rosado
Para El Visitante