El tema de las meditaciones de este año es “Siendo Cristo la luz de las gentes”. Se trata de una relectura cristológica de la Constitución Dogmática Lumen Gentium, en el 50° aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II.
Las predicaciones serán en total tres. La meditación del primer viernes de Adviento estuvo dedicada al tema de “la Iglesia cuerpo y esposa de Cristo”. La segunda, el 11 de diciembre, será sobre “la universal llamada a la santidad” mientras que la tercera, el 18 de diciembre, se referirá a la “doctrina sobre la Beata Virgen María.
“Me gustaría hacer una reflexión sobre cada uno de los principales documentos del Concilio, que son las cuatro constituciones: sobre la Iglesia “Lumen Gentium”, sobre la Liturgia, “Sacrosanctum Concilium”, sobre la Palabra de Dios, “Dei Verbum” y sobre la Iglesia en el mundo “Gaudium et Spes” – afirmó el padre Cantalamesa al comenzar su predicación. Y tras afirmar que las tres meditaciones de Adviento estarán dedicadas a la Lumen Gentium, el predicador capuchino explicó las motivaciones de la elección del tema, afirmando que sobre el Concilio se ha hablado tanto, “casi siempre sobre sus implicaciones doctrinales y pastorales” pero “pocas veces sobre sus contenidos estrictamente espirituales”. “Yo quisiera – expresó – centrarme exclusivamente en ellos, tratando de ver lo que aún tiene que decirnos el Concilio en cuanto a textos de espiritualidad, útiles para la edificación de la fe”.
El padre Cantalamessa desarrolló su predicación en cuatro partes: “Una eclesiología cristológica”; “La Iglesia cuerpo y esposa de Cristo”; “De la Iglesia al alma”; “El encuentro personal con Jesús”.
El alma y el contenido cristológico de la Lumen Gentium – dijo – emergen sobre todo en el capítulo I, allí en donde se presenta a la Iglesia como esposa de Cristo y cuerpo de Cristo, y citó algunas frases como:
“La Iglesia llamada Jerusalén celeste es ‘madre nuestra’ (Gal 4,26; cfr. Ap 12,17), es descrita como la Inmaculada esposa del Cordero inmaculado” (cfr. Ap 19,7; 21,2 e 9; 22,17). Esto por el título de esposa – precisó – y por el de “cuerpo de Cristo”, se dice:
“El Hijo de Dios, uniendo a sí la naturaleza humana y venciendo la muerte con su muerte y resurrección ha redimido al hombre y lo ha transformado en una nueva criatura”. (cfr. Gal 6,15; 2 Cor 5,17).
“No se acepta Cristo por amor a la Iglesia, sino que se acepta a la Iglesia por amor de Cristo – afirmó el padre capuchino al concluir su predicación. “Si la Iglesia es la esposa de Cristo, como cada esposa, ella genera nuevos hijos uniéndose por amor a su Esposo. La fecundidad de la Iglesia depende de su amor por Cristo”.
(MCM-RV)
(Vatican Radio)