Lo que parece rutina puede ser diferente este año…
El Adviento no llega silenciosamente. Es una llamada a despertar la conciencia. Algo grande se acerca. El Adviento merece nuestra atención. Es un regalo previo al resto de los regalos que ya empiezan a viajar en la geografía del amor y el cariño. Es una invitación a preparar el corazón para la venida del Salvador, cuyo nacimiento recordaremos y celebraremos una vez más.
Hay sugerencias tan sencillas como adelantar las compras de Navidad. Comprar es casi siempre parte de los preparativos. Si tienes tus compras hechas temprano en el Adviento, te ahorrarás tiempo y estrés, que te dará más energía para dedicarte a lo principal: prepararte para recibir a Dios que viene y llega como el mejor regalo. Lo material siempre quita espacio a lo espiritual. Elige y decide cuáles tradiciones son las mejores para ti y tu familia. ¿Te gusta la corona de Adviento? Hay muchas sugerencias para hacerla. ¿Te gusta el árbol de Navidad? pues a buscarlo temprano, es un signo muy querido por los niños que nos atrae para reunirnos a su alrededor. Que no falte un Niño Jesús, o el misterio de José, María y el Niño, o los pastores… Prepáralo todo con cuidado. Busca un momento para leer algo espiritual y motivador. Ahora corren los mensajes buenos por las redes.
Nunca pases mensajes negativos y hasta ofensivos. No apagues la luz sin hacer una pequeña oración cada noche. Es como preparar la cuna a Jesús en tu casa y decirle una palabra al Niño Dios cada noche.
Cuida detalles en tu hogar que te ayuden a vivir los hermosos valores de la Navidad. Eso es Adviento: Preparar iconos, imágenes sagradas, una Biblia, tarjetas con oraciones, un libro de reflexiones, luces y velas. Son algunos elementos que puedes colocar en tu espacio de oración.
El Adviento es más rico cuando no está sobrecargado. Libera tu calendario y marca los compromisos que ya tienes: la obligatoria fiesta de la oficina, el concierto de Navidad de los niños, visitar lugares de asistencia a los pobres. Es difícil rechazar cosas buenas, pero hay que saber escoger las prioridades. Hay algunos que hasta reservan una tarde para recibir el sacramento de la Reconciliación en Adviento. Así te prepararás para darle a Jesús, y a ti mismo, el mejor regalo de Navidad.
Prepara tu música de Navidad. La música favorece el estado de ánimo. Hay tanto que escoger. Todo el Adviento llénalo con melodías y letras de las que hacen bien al alma, hay muchas en nuestra cultura puertorriqueña.
Elige alguna forma de dar. Estamos llamados a prestar especial atención a los pobres y ser generosos. Ten detalles con los que te sirven con humildad en sus trabajos comunitarios de cada día. Comparte todo lo bueno que hay en tu corazón.
Llega el momento de encender la corona de Adviento, la corona de la esperanza.
Aunque nos lleguen tantos signos de preocupación. Aunque las cosas no anden bien. Aquí estamos para escuchar el grito y ser parte de esa Luz del Adviento. Es nuestro deber y es nuestro derecho: Gritar en el desierto e iluminar la oscuridad. “Preparen el camino”. “Ven Señor Jesús”. Tantas convulsiones en el mundo, parecen anunciar la gran tragedia final. Pero más allá de la tragedia, nosotros sabemos que hay razones para la esperanza. Tenemos la certeza de que llegarán tiempos nuevos y mejores para la humanidad. Lo que está pasando es como el ruido del tren en el momento de acoplar sus vagones. Es como el momento de dolor cuando la madre da a luz un hijo a este mundo. Es como las ruinas de Nagasaki y de Hiroshima de donde surgieron ciudades nuevas. Es como el grano de trigo sepultado en el surco donde nacen las nuevas espigas. Es como el momento en que de la bola de fuego de la Tierra nacieron ríos mares, montes y valles. Para eso es el Adviento: para abrir las puertas desde adentro, e invitarnos a entrar humildes y pequeños, para estar en el mejor lugar y con la mejor compañía. Cansados de los falsos dioses, cansados de la mentira, del orgullo y las apariencias. Abrimos hoy la puerta de este tiempo de gracia de nuestro Dios y proclamamos: Un Adviento de nuevas esperanzas nacidas sobre tantas desilusiones. Un Adviento vigilante en medio de tanta conciencia manipulada y dormida. Un Adviento con la certeza de que hay una brújula, una estrella y una estela que llevan nuestra nave a puerto seguro, a pesar de tanta tormenta y tantos naufragios. Un Adviento que nos invita a preparar caminos de esperanza en el desierto de la vida, para llegar a la meta final de todo Adviento: El encuentro feliz que cada Navidad nos regala el tesoro de la salvación en el rostro del Niño Dios. Ven, Señor Jesús. Ven no tardes más. ■
P. Nicolás Colacho
Parroquia María Auxiliadora Cantera, Santurce
Para El Visitante