“La confesión individual e integra de los pecados graves seguida de la absolución es el único medio ordinario para la reconciliación con Dios y con la Iglesia”, Catecismo (Núm. 1497). A esto nos invita el Sacramento de la Confesión: estar en unidad con Dios y con la Iglesia.

“Sacramento de curación” 

El Sacramento de la Confesión es el que más refleja la solidaridad de Dios, que ha querido venir a nosotros para darnos la oportunidad de reconciliarnos y “hace presente el momento en que Cristo en la cruz reconcilia al mundo con Dios”, expresó Padre Miguel José Vélez Nieves, vicario de la Parroquia San Rafael de Quebradillas. En los Evangelios de San Mateo y San Juan se cuenta que quienes se querían bautizar confesaban sus pecados como gesto de conversión a Dios. “No hay verdadera conversión si no eres lo suficientemente valiente para decir lo que hiciste. Jesús nos invita a sacar de adentro eso que nos pudre, que es el pecado, y que seamos verdaderamente valientes”. 

El Catecismo dice que es un sacramento de conversión porque hace la llamada a volver al Padre “del que el hombre se había alejado por el pecado” y de penitencia porque envuelve “arrepentimiento y reparación” (Núm. 1423); de confesión porque se manifiestan los pecados ante el sacerdote; de perdón porque el sacerdote – por medio de la absolución sacramental – concede al penitente el perdón; y de la reconciliación porque invita a recibir el amor de Dios que armoniza (Núm. 1424). Sin embargo, el Papa Francisco (2014) explicó que “es un sacramento de curación. Es para curar mi alma y sanar el corazón de algo que hice y no funciona bien”. 

¿Confesión pública? 

“La confesión de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás. Por la confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia con el fin de hacer posible un nuevo futuro”, Catecismo (Núm. 1455). 

En los primeros siglos, la confesión se realizaba de manera pública. Esto cambió, entre sus razones, porque “no todo el mundo está preparado para escuchar los pecados de los demás”, añadió Padre Miguel. Luego, sin perder la esencia del sacramento, la Iglesia designó al sacerdote como el “ministro idóneo para poder escuchar – y absolver – los pecados”. 

¿Cómo hacerlo? 

El Concilio de Tentro nos dice: “En la confesión, los penitentes deben enumerar todos los pecados mortales de que tienen conciencia tras haberse examinado seriamente”. Es decir, luego de haber realizado un examen juicioso de conciencia. “Incluso, si estos pecados son muy secretos […] hieren más gravemente el alma y son más peligrosos que los que han sido cometidos a la vista de todos” (DS 1680). Eso no quiere decir que algún pecado no pueda ser perdonado. Aunque el perdón ya está dado, la comunión con Dios se pierde por el propio pecado. Sin embargo, “volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres”, Catecismo (Núm. 1489). 

Para hacer una buena confesión de los pecados es importante considerar varios pasos: arrepentirse de los pecados cometidos; hacer un examen de conciencia completo y serio; expresar todos los pecados sin omitir ninguno y decirlos de forma clara, concreta, concisa y completa; actitud de enmienda; por último, el acto de penitencia que usualmente consiste en una oración o acción puntual que el sacerdote recomienda al penitente. Cabe destacar que es importante tener en cuenta que el Sacramento de la Reconciliación no es un acto mágico donde los pecados desaparecerán de manera inmediata, sino un proceso de trabajo continuo. 

Finalmente, el padre Miguel Vélez Nieves animó a no tener miedo, porque quien absuelve los pecados es el mismo Dios. “Sacando todo de adentro podrán sentir la paz del perdón de Jesús”. Por eso, recomendó acudir al sacramento con un sacerdote de confianza, pero si no es así, hacerlo abandonándose “en la misericordia de Dios”. 

Jorge L. Rodríguez Guzmán 

j.rodriguez@elvisitantepr.com 

Twitter: jrodriguezev

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here