Saludo del Obispo Rubén Antonio González Medina, cmf
Obispo de Caguas
Al ser designado a la sede de Ponce, Puerto Rico
22 de diciembre de 2015
¡Alabado sea Jesucristo que es el mismo ayer, hoy siempre!
Queridos hermanos, hermanas, amigos y amigas:
Mis primeras palabras quieren ser de un saludo cordial y fraterno para todos los que están aquí presentes, a los que se unen a nosotros a través de los medios y las redes sociales y para todo el pueblo de Dios que peregrina en esta, mi nueva familia, la Diócesis de Ponce.
Con los ojos fijos en Jesús y consciente de mis limitaciones, debilidades y pecados, he aceptado la nueva misión que me encomienda al Señor por labios del Papa Francisco. Quiero en estos momentos agradecer públicamente al Santo Padre la confianza que me ha mostrado al darme esta nueva misión.
No les puedo negar que todavía estoy, como la mayoría de ustedes, impactado y asombrado por esta designación. Honestamente, esta nueva misión no me la esperaba, no entraba en mis proyectos. Sin embargo, reconozco que el Señor es el que guía e impulsa nuestras vidas, el que conduce nuestra historia. A Él, la gloria y alabanza.
Al terminar el cuarto año de escuela superior, opté por ser misionero, Hijo del Inmaculado Corazón de María, Misionero Claretiano- y he aprendido a través de los años, que cuando Jesús elige, llama y envía a una misión, se inicia una nueva aventura, un nuevo camino, una nueva ruta, un nuevo tiempo, una nueva etapa llena de nuevos retos…
En esta mañana en que se hace pública mi designación como el sucesor de S.E.R Mons. Félix Lázaro Martinez, le pido con humildad al Buen Jesús que me conceda la sabiduría necesaria para caminar, acompañar y guiar a esta nueva familia que me regala y que pone bajo mi cuidado. La misión no la puedo realizar yo solo. Por eso, tomando prestadas unas palabras de San Antonio Maria Claret, fundador de mi familia religiosa, les digo: “necesito hacer con otros lo que solo no puedo hacer”.
Sí, los necesito a todos ustedes, a los presbíteros y diáconos que, desde ahora, se convierten en mis nuevos y más cercanos colaboradores. A las religiosas y religiosos de vida activa y contemplativa, a los laicos y laicas comprometidos, especialmente a los catequistas y a todos aquellos que sirven en la educación, en la cultura, en el arte, en la música, como son los miembros de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico y los maestros y profesores de los colegios y escuelas de la Diócesis. Pues, a través de su testimonio de vida, siembran en el corazón de las nuevas generaciones los valores del Evangelio.
Necesito la ayuda de los diversos movimientos, asociaciones y medios de comunicación social, que están presente en esta iglesia particular y realizan un apostolado efectivo en nuestra sociedad. De los servidores y servidoras públicos, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad que, conscientes o no, construyen y hacen presente el Reino de Dios aquí en esta Diócesis de Ponce. Cuento con los jóvenes, con los niños y niñas que son e presente y el futuro de nuestra querida Nación Puertorriqueña, cuya Fiesta de la Bandera hoy celebramos con júbilo; con los seminaristas diocesanos y religiosos, futuros pastores del Pueblo de Dios; con los ancianos y ancianas que poseen el tesoro de la sabiduría adquirida a lo largo de los años; con los enfermos y enfermas que desde su lecho de dolor y sufrimiento completan en su cuerpo la pasión de Cristo.
Los necesito a todos y a todas. Que nadie se sienta excluido o excluida, que todos y todas se sientan parte de este nuevo proyecto en el que cada uno es importante, y tiene algo que aportar.
Hoy los invito a caminar juntos con esperanza y alegría a fijar una vez más nuestros ojos en Jesús, en quien hay vida y vida en abundancia. No tengamos miedo de ser una Iglesia Pascual, Samaritana, Pobre y Servidora, Discípula y Misionera; Iglesia del delantal, que quiere mostrar el rostro misericordioso del Padre, que no busca ser servida, sino servir y sobre todo, da la vida como rescate por muchos.
También quiero dar gracias a Dios por el excelente servicio apostólico que durante estos 13 años ha realizado mi hermano en el Episcopado S.E.R. Mons. Félix Lázaro Martínez que, como bien reza su lema episcopal- Bondad, Justicia, Verdad- se ha distinguido por conducir como Buen Pastora a la Diócesis de Ponce.
Considero que el gran legado que nos deja, y por el cual estoy seguro que lo recordaremos siempre, es el haber sembrado en esta querida Diócesis de Ponce la devoción de la Divina Misericordia. De él podemos decir sin equivocarnos: Aquí hay un verdadero testigo del rostro misericordioso del Padre.
Expreso, asimismo, mi gratitud más profunda a todos los presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas, catequistas, líderes laicos y laicas, fieles de mi amada Diócesis de Caguas, mi primer amor. Ustedes me enseñaron a ser Obispo y hoy, de todo corazón, parafraseando algunas palabras de nuestro San Romero de América, les digo: he disfrutado muchísimo entre ustedes y con ustedes mi servicio episcopal. ¡Cuánto he aprendido y he crecido! Ahora les animo con palabras de San Juan Pablo II a seguir adelante, recordando con gratitud el pasado, viviendo con pasión el presente y abriéndose con confianza al futuro. (NMI) ¡Ánimo, Dios no falla!
Para concluir invito a todas y a todos que nos acojamos a la maternal protección de Santa María, que en la periferia de México en el Tepeyac se apareció a Juan Diego, el humilde y sencillo indio de profunda fe, a quien le dijo: “Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, que es nada lo que te asusta y aflige. No se turbe tu corazón ni te inquiete cosa alguna. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No estás, por ventura, en mi regazo? No te aflijas…
Apoyado en estas palabras, que la tradición atribuye a la Virgen de Guadalupe les digo: ¡Ánimo! Hermanos y hermanas, caminemos juntos esta nueva aventura, porque nuestro auxilio nos viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
¡Alabado sea Jesucristo que es el mismo ayer, hoy, siempre!
No soy de Caguas, soy de Carolina. No soy de su Diócesis amada. Pero amo su manera tan bella de enseñar el amor a Cristo. Que precioso mensaje, como siempre. Usted me ha enseñado a través del Canal 13 como a muchos. Dios me lo cuide Señor Obispo donde quiera que lo envíe.