Domingo XXXIII del Tiempo durante el Año, Ciclo C

Contexto

Al contexto litúrgico escatológico que comenzamos el domingo 31o, hoy se añade la celebración de la Tercera Jornada Mundial de los Pobres, convocada por el Papa Francisco con el lema La esperanza de los pobres nunca se frustrará (Sal 9,19).

Las lecturas de este domingo nos ponen en tensión hacia el día del Señor, día de la justicia definitiva para toda la humanidad (cf. Mal 4, 1-2a; Sal 97; Lc 21, 5-19), pero ese día final no debe ser excusa para dejar de vivir nuestros deberes cotidianos en este mundo que pasa (cf. 2 Tes 3, 7-12), dar testimonio y perseverar en la fidelidad al evangelio en medio de las pruebas que nos vengan (cf. Lc 21,13).

Así como la justicia final que viene de Dios no debe ser excusa para que hoy no trabajemos por un mundo más justo, la jornada de los pobres nos impulsa a empeñarnos en hacer justicia en medio de nuestro mundo y nuestro tiempo, para que la esperanza a los pobres no se frustre. Así nos prepararemos para enfrentarnos confiadamente a la justicia de Dios.

Reflexionemos

El lema de la esperanza es crucial, pues oyendo la profecía de Malaquías podríamos decir y caer en la desesperanza, porque ¿hace cuántos siglos lleva el ser humano anhelando la justicia y aún no la vemos instaurarse definitivamente en el mundo? Pero en lugar de caer en la desesperanza debemos suplicar más al Señor, pero no de manera ilusa, es decir, esperando que Dios haga todo sin que nosotros hagamos nuestra parte. Tenía razón Pablo cuando hace dos domingos nos decía que no perdiéramos la cabeza (cf. 2 Tes 2,2). Hoy, igualmente Jesús nos invita a no caer en pánico, sino a aprovechar las circunstancias negativas para dar testimonio. Hay que evitar toda desesperación o desolación, pero poniendo los pies en la tierra. El Papa en su mensaje nos ayuda a ello, pues no solo nos alerta sobre los tradicionales modos de pobreza, sino que nos alerta sobre “las numerosas nuevas esclavitudes” a las que están sometidos millones de seres humanos.

¿Cómo dar ese testimonio que nos pide Jesús? Hay que empezar por lo básico, por ello Pablo nos invita a vivir la virtud de la laboriosidad. El trabajo, no importa cuál, es un don que debemos apreciar y realizar bien pues por ahí comienza la justicia: para con Dios, usando los talentos que nos ha dado; y para con la sociedad, contribuyendo a ésta con el buen uso de nuestro tiempo y talentos por medio de nuestra labor cotidiana para el bien de todos, no solo para ganar mi sueldo.

Además, podríamos asumir las acciones divinas en favor de los pobres que el Papa, a la luz de la Sagrada Escritura, presenta en su mensaje: Escuchar, intervenir, proteger, defender, redimir y salvar. Todo ello es necesario para que se atienda la complejidad de la pobreza, no solo material sino integral, en todos sus aspectos. Jesús tampoco nos engaña y deja claro que este testimonio tendremos que darlo muchas veces en un ambiente adverso. Y eso no solo hace veinte siglos, sino también hoy en este mundo de la declaración de los derechos humanos, la ONU y tantas otras instituciones, que en teoría deberían propiciar la justicia en la humanidad. Pero, a su vez, eso deja patente que la justicia no depende de leyes o instituciones, sino que sigue requiriendo la conversión de corazón humano.

A modo de conclusión

Como toda jornada mundial eclesial, ésta no es para vivirla un día y olvidarnos de su objetivo el resto del año, sino para concientizarnos de algo que debemos practicar cada día, en este caso la atención a los pobres, pues de ello dependerá, en parte, cómo superemos el juicio de Dios. ¿Estamos listos para ese juicio? ■

Mons. Leonardo J. Rodríguez Jimenes
Para El Visitante

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